Él chico posó ambos brazos en el verde césped y jadeó de dolor, miró a su alrededor y gritó totalmente desesperado.
Buscó su celular entre los bolsillos de su traje negro y lo tomó totalmente tembloroso.
Miró el primer contacto en su celular y marcó llevándose el celular al oído.
—¿Qué necesita joven? — preguntó su empleado al otro lado de la línea.
—¡Se la han llevado!—gritó entre desesperación y llanto.—¡Se han llevado a mi mujer!
—¿Hace cuantas horas?— preguntó él hombre al teléfono.
Theo alejó el celular de su rostro y miró la hora.
—Hace tres horas —susurró.
—La encontraremos, la encontraremos como lo hicimos la última vez.
—¡Quieren herir a mi hijo!&mdas