Su belleza a cambio de la libertad de su padre, a cambio de la deuda millonaria oculta de su familia. Un regalo atractivo para el delincuente, un trato que llevara a un ángel a las puertas del infierno y a un demonio a las puertas del cielo. “ ¿Recuerdas la vez que me preguntaste que era lo que mas quería? Pues te he mentido, deseo poseerla y mostrarle quien es su dueño, una y otra vez hasta que ella no olvide quien es su dueño.” Código de registro 2006114390080 Fecha de registro 11-jun-2020 3:29 UTC
Ler maisTheo miró la suave danza de la pequeña flama de aquella vela roja que se encontraba sobre la pequeña mesa de cristal. Se acomodó sobre el asiento negro de piel que le había comprado a la anciana hace unos meses atrás.
— ¿Entonces? —preguntó Theo para después llevarse una mano al rostro y masajearse la mandíbula tensa.—Veo a una mujer —dijo la anciana. Haciendo un pequeño gesto de disgusto.Theo pasó su mirada sobre el rostro deteriorado de la mujer, que a causa del paso de los años comenzaba a marchitarse cada vez más. Se estiró en el asiento y sonrió con tranquilidad.— ¿Otra mujer?— susurró el, estirándose en el asiento. — ¿Otra?La anciana se levantó de su asiento con la misma expresión de disgusto en su rostro y alzó la carta entre sus manos. El joven hombre frunció el ceño y esperó la respuesta de la anciana quien comenzaba a acercarse a él.La mirada de la anciana se posó en la llama de la vela y con una mano temblorosa abanicó para apagar la débil llama.—Habla de una vez —dijo él, utilizando el mismo tono frio y agresivo que solía utilizar siempre. — comienzas a cansarme, Dorotea.—Está mujer es diferente —soltó la anciana mientras encendía las luces de la habitación, dejando que la luz iluminara todas las altas paredes de color negro que se encontraban repletas de cuadros con imágenes de santos. Los muebles de madera desgastados por el uso, parecían estar a punto de colapsar en cualquier momento pero el asiento de Theo lucía tan caro en aquel lugar, con seguridad había sido fabricado con las mejores pieles del país.— ¿Diferente? —dijo Theo con una tono burlón, su grueso tono de voz hizo eco en aquella habitación mientras veía a la anciana.—Es diferente. — Susurró antes de mirar una vez más las cargas que traía en su mano— está mujer de ojos claros...debes de tener cuidado con ella. Veo que es inteligente y muy astuta. —dijo Dorotea.La gruesa y poderosa risa de Theo retumbó en las paredes de aquella pequeña habitación para después llevarse ambas manos a la nuca. Sonreía mientras negaba con suavidad y se recargaba un poco más en el asiento.— ¿Tengo que tener cuidado de una mujer?— dijo el. — ¿Acaso haz olvidado quién soy? Yo no debo de tener cuidado con alguien, deben de tener cuidado conmigo.— ¿Se lo tengo que repetir, joven? está chica no es peligrosa, es astuta —susurró la anciana.—Estás equivocada, Dorotea.—Las cartas nunca se equivocan, Cuervo —dijo ella.Theo miró fijamente a la anciana con sus ojos verdes, justo antes de gruñir y asentir al mismo tiempo que golpeaba los gruesos muslos de sus piernas con sus poderosas manos pálidas.— ¡Bien!—soltó con fuerza— digamos que esa mujer es peligrosa, ¿Que puede hacer?— preguntó antes de levantar sus cejas, exigiendo una respuesta—tengo a otras cinco mujeres, no será difícil controlarla. Una más no causará problemas —dijo para finalmente sonreír de nuevo, con la misma sonrisa fría que siempre solía utilizar.Dorotea observó la fría sonrisa de Theo antes de negar y finalmente darse cuenta que él para nada creía en sus palabras, las cartas habían hablado y ellas nunca se equivocaban.—Esa mujer viene a poner tu mundo de cabeza y no podrás darte cuenta hasta que estés completamente perdido...—Nadie puede con el cuervo y mucho menos con el diablo —dijo él— ¡Relájate que te harás más vieja de lo que ya estás!Theo se levantó del asiento al mismo tiempo que acomodó su lujoso traje de color negro con ayuda de sus manos completamente tatuadas. Le regaló una sonrisa fugaz a la anciana antes de finalmente sacar un gran fajo de dólares que acababa de ganar la noche anterior en una de las fiestas que organizaba su padre. Ganar dinero para él nunca había sido difícil. De hecho, para Theo era tan sencillo hacer dinero que ocasionalmente creía que respirar era mucho más difícil que hacer dinero.—Su corazón es puro como el agua y tú ardes en fuego —dijo la anciana, tratando de llamar su atención.—Entonces veamos quien hierve primero —dijo él, sonriendo. Seguro que la inocencia de aquella chica nunca podría afectarle.Dorotea se cruzó de brazos al verlo cruzar la puerta de la habitación, imaginando como Theo se adentraba en el oscuro pasillo que conducía hacía salida de su gran casa verde.***Aurora se levantó del suelo con rapidez, llevándose ambas manos al trasero para limpiar la tierra que tal vez se hubiera podido adherir a la tela de sus shorts rojos. Tomó sus libros del suelo una vez que creyó que había quedado limpia y caminó por la universidad con aquellos libros entre sus brazos. Tomó las escaleras más cercanas y subió cada uno de los escalones que tenía frente a ella para poder llegar a su última clase.Tomó asiento en una de las primeras mesas, siempre había creído que entre más enfrente estuviera sería mejor ya que no tendría nadie que pudiera distraerla. Se acomodó el oscuro cabello en una coleta alta y esperó unos cuantos minutos hasta que finalmente el alto hombre de barba pronunciada entró por la estrecha puerta del aula. Unos cuantos alumnos temblaron en su asiento al verlo entrar. Aurora abrió su libreta blanca al mismo tiempo que se estiraba en su asiento. Estaba cansada y se podía notar en su rostro.—Les tengo una sorpresa— dijo el hombre de barba pronunciada.—Examen— susurro Aurora, cruzando miradas con él.— ¡Exacto!—exclamó el hombre con una gran sonrisa en su rostro. Los chillidos y susurros robaron la atención del hombre y lo obligaron a negar con fuerza. —Ustedes nunca aprenden.Aurora tomó su lápiz y comenzó a contestar pregunta tras pregunta cuando las hojas le fueron entregadas. Con cada pregunta que respondía pensaba en lo cansada que se encontraba y en lo mucho que deseaba llegar a casa. Deseaba un poco de comida casera.Sin darse cuenta, aquel examen término siendo una tortura para ella, especialmente cuando las últimas preguntas llegaron. Se rascó la nariz y escribió dudosa las últimas respuestas. Se levantó de su lugar y entregó las hojas al hombre que la miraba con dureza.—Hasta mañana —susurró ella antes de darse la media vuelta y tomar sus cosas.—Hasta mañana— contestó el hombre un poco después, justo al verla salir del aula.Aurora se masajeó la cabeza con suavidad al caminar por el pasillo de la universidad, cada uno de sus pasos estaba completamente lleno de tranquilidad al igual que el silencioso pasillo. Algunas de las lámparas viejas que colgaban del techo parpadeaban ocasionalmente mientras ella caminaba.— ¡Espera, Aurora! — gritaron detrás de ella, llamando su atención de inmediato.— ¿Nathan?— preguntó ella al voltear y ver al joven chico de ojos claros con una gran sonrisa en su rostro.—Es tarde —anunció el. — permíteme llevarte a tu casa, mi auto está estacionado un poco lejos pero es mejor a que simplemente te vayas sola. Vayamos juntos.Aurora lo escuchó detenidamente y negó prácticamente al escucharlo. Le regaló una sonrisa llena de amabilidad a Nathan y ladeó un poco su rostro al negar una vez más.—Vivimos en direcciones completamente separadas, mi casa no te queda en el camino y mucho menos cerca. Tomaré el autobús en la esquina y llegare a casa rápidamente. No tienes que preocuparte por mí pero muchas gracias por tu oferta, eres muy amable.—Ya casi son las diez de la noche.—No insistas —pidió ella con un repentino rostro serio— sabes lo mucho que me gusta caminar.—Sabes lo mucho que odio que andes por ahí sola — dijo Nathan. — hay muchas personas locas.Ella sonrió como respuesta y simplemente se despidió de él con un beso en la mejilla. Se dio la vuelta y salió del pasillo con la misma tranquilidad con la que caminaba hace un rato. Nathan negó y se llevó ambas manos al rostro. Estaba completamente desesperado por haber recibido un “no” como respuesta por millonésima vez. Estaba harto de intentarlo.—Algún día... Aurora, serás mía –susurró completamente molesto.Theo estaba totalmente furioso mientras caminaba hacia el auto, sintiendo el rostro totalmente tenso. Julio venía atrás del furioso hombre que tenía como jefe. Simplemente en esos momentos Theo no podía creer que su hijo estuviera actuando de esa manera . Las palabras de Sasha retumbaban una y otra vez en la cabeza mientras caminaba por el lugar. Estaba tan molesto y nervioso que quería ponerse a golpear a cualquiera que viera pero no lo iba a ha hacer porque estaba obstinado a ya haber cambiado. Julio al subir al auto no dijo ni una sola palabra. Conocía perfectamente a su jefe y sabía que estaba mil veces más seguro callado que intentando sacarle un poco le platica sobre el motivo de su verdadera furia. Si algo había aprendido a la perfección es que no debía de preguntar de más cuando se trataba de Theo.—¿Cuál es nuestra tarea de hoy?—preguntó Julio.—Es un poco personal—soltó Theo antes de arrancar el auto.— maldita sea, puta madre.—¿Es algún problema familiar?—preguntó con nerv
Aurora se detuvo en medio de la cocina , escuchando como los mellizos reían el cuarto. Eran más de las ocho y Theo aún no regresaba del trabajo. Era viernes y la mayoría de los viernes, Theo siempre llegaba tarde. Estaba segura que tenía que caminar hacia la cocina y preparar la cena pero se sentía tan cansada que ni siquiera quería avanzar unos cuantos pasos. Su cabeza estaba repleta de pensamientos que terminaban por evadir su tarea como cocinera aquella noche. Seriamente estaba considerando la idea de comprar hamburguesas para la cena pero a la noche anterior había comprado pizza y no se sentía del todo cómoda al estarle dando comida “chatarra” a sus hijos. Totalmente molesta terminó por salir de su habitación y caminar hacia la amplia cocina. Llevaban más de un mes en la nueva mansión, se habían tenido que mudar debido a que Lucía había tenido que entrar a la universidad de arte y para que ella no tuviera que estar viajando de una ciudad a otra, habían decidido mudarse por complet
Aurora se mordisqueó el labio mientras veía la pared. Lucia junto a Sasha abrieron la puerta de la habitación como pudieron, ambas llevaban una gran bandeja metálica con comida y café. Eran las tres de la tarde y Aurora continuaba temblando por culpa de los nervios. Lucía sabía que si ella no la alimentaba o la obligaba a comer, Aurora nunca comería y mucho menos intentaría hacer las cosas del hogar. Sabía que estaba preocupada por Henry y ese era el verdadero motivo por el cual la cuidaba. Porque sabía que realmente Henry estaba mal. Aurora le regaló una pequeña sonrisa al ver a Sasha dejar la bandeja de comida en la mesa que se encontraba frente a ella. Lucía tomó una taza de café con leche y un pequeño paquete de galletas que había comprado hace unos días en una tienda. El estómago de Aurora gruñó con fuerza al olfatear la deliciosa aroma del café recién hecho. Lucia le dio la taza de café junto al sándwich para después volver a voltear hacia la mesa y sacar dos pequeñas botella
Theo estaba totalmente furioso mientras caminaba hacia el auto, sintiendo el rostro totalmente tenso. Julio venía atrás del furioso hombre que tenía como jefe. Simplemente en esos momentos Theo no podía creer que su hijo estuviera actuando de esa manera . Las palabras de Sasha retumbaban una y otra vez en la cabeza mientras caminaba por el lugar. Estaba tan molesto y nervioso que quería ponerse a golpear a cualquiera que viera pero no lo iba a ha hacer porque estaba obstinado a ya haber cambiado. Julio al subir al auto no dijo ni una sola palabra. Conocía perfectamente a su jefe y sabía que estaba mil veces más seguro callado que intentando sacarle un poco le platica sobre el motivo de su verdadera furia. Si algo había aprendido a la perfección es que no debía de preguntar de más cuando se trataba de Theo.—¿Cuál es nuestra tarea de hoy?—preguntó Julio.—Es un poco personal—soltó Theo antes de arrancar el auto.— maldita sea, puta madre.—¿Es algún problema familiar?—preguntó con nerv
Theo se encontraba frente a su escritorio, jugueteando con unas cartas mientras observaba la pantalla de su computadora. Estaba tan ansioso que podía sentir como las piernas le temblaban ligeramente. Tenía mucho trabajo y aunque deseaba ir desesperadamente no podía irse porque simplemente tenía que terminar su trabajo. Había platicado con aurora sobre la situación de Henry y estaba totalmente convencido que era su culpa porque él sentía que él llevaba la sangre mala entre sus venas. Por más que había tratado de proteger a su familia de esa sangre, no lo habían logrado porque al final de cuentas estaba dentro de ellos. La noche anterior había tenido que dar un paseo totalmente largo, únicamente para poder pensar en lo que tenía que hacer con su familia. Quería que todos estuvieran bien, quería que todos estuvieran felices, sanos y sobretodo llevarán una vida totalmente normal pero sentía que incluso entre más luchaba para dejar el pasado atrás, menos lo lograba. Sentía que si hablaba
Hay música en todo el alrededor del lugar, grandes bocinas y pantallas donde muestran la pelea del momento. El suelo estaba totalmente manchado por gotas de sangre. Henry no pude evitar sonreír cuando pisó una gran mancha de sangre, estaba totalmente extasiado porque esa mañana podría finalmente entrar a pelear al Ring de las peleas clandestinas. Estaba tan emocionado que incluso podía sentir como las manos le temblaban de la emoción.Estaba totalmente seguro que su papá lo encontraba en esos momentos, en ese lugar, sin duda iba a recibir un castigo que iba durar durante toda la vida pero no le importaba, en realidad le importa un carajo. El tiempo le había comenzado a importar un carajo lo que su papá pensara porque simplemente para él era completamente injusto que Theo en su juventud si se hubiera divertido de mil y una forma y que él no pudiera hacer nada…era totalmente injusto. Sabía que posiblemente sí madre estuviera desacuerdo pero ella tampoco podía decir nada. En realidad, p
Último capítulo