Liliam.
¡Santísimo! ¿A qué santo le tengo que rezar? ¡Mi hermano está aquí! ¿Por qué me tiene que arruinar mi momento?
Estoy que me arranco todos los pelos de la cabeza o mejor me tiro por la ventana. Aaayyy… ¿Qué voy a hacer?
—Nena, tranquila —Máximo susurra cerca de mi oído—, no te imaginas lo excitante que es esto.
—¿Esto? —chillo—… Y todavía te parece gracioso.
—El miedo produce una estasis descontrolada —sonríe—, y tu miedo de que tu hermano nos encuentre, me excita más y más… Y un más —jadea.