Capítulo 4
Antes de abrir la puerta, Cecilia me señaló la frente y me advirtió: —Si esta vez te reconcilias con él, nuestra amista llegó a su fin de verdad.

Me reí y respondí que no se preocupara.

Mi padre abrió la puerta y echó a Alejandro y las bolsas grandes de compras que llevaba, pero este se empeñaba en volver a recogerlas.

De tantas rondas de tirar y recoger, varios vecinos salieron a ver qué pasaba.

Alejandro se disculpó con muy buena actitud y solo entonces mi padre le dejó entrar con la cara tensa.

Una vez dentro, Alejandro se dirigió a la cocina para ponerse manos a la obra.

Mis padres se miraron incrédulos y Cecilia susurró “Qué sinvergüenza” y empezó a enviar mensajes de texto pata quejarse del bastardo.

Miré su espalda con sentimientos encontrados.

Estábamos en nuestro quinto año de noviazgo cuando la relación empezó a estabilizarse.

Fue entonces cuando me hizo el regalo de aniversario, me puso un collar y me preguntó tentativamente si queríamos conocer a los padres del otro.

Le dij
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