Melody y yo nunca fuimos las mejores amigas. No éramos de esas que se llamaban a medianoche para contarse secretos ni de las que compartían risas interminables por mensajes de texto. Pero había algo que siempre nos unió.
Jacobo.
Cuando ella comenzó a salir con él, jamás hubo enemistad entre nosotras. Nos mantuvimos en una línea delicada, un equilibrio casi perfecto entre la cortesía y la indiferencia. Ella era su novia. Yo… yo era su mejor amiga, de toda una vida. O quizá, simplemente, algunas veces pensaba que algo menos.
Nunca busqué problemas. No había razón para hacerlo. Melody y Jacobo parecían encajar de una manera que yo nunca había logrado con él.
Su relación era limpia, estable, casi impecable. Cuando estaban juntos, ella irradiaba felicidad, una luz cálida y genuina que iluminaba todo a su alrededor.
Mientras que conmigo…
No es que Jacobo hubiera sido infeliz a mi lado, pero había algo distinto en su mirada cuando estaba con ella. Algo más sereno, más natural. Como si,