El encuentro que habíamos tenido en mi habitación, ese encuentro casual se había convertido en un impulso carnal que no debía repetirse por supuesto que no pasaría nuevamente, me gustaba mucho tener sexo con el, puesto que siempre habia sido muy exitante, su sola presencia me dejaba sin aliento pero no me dejaria engañar nuevamente, su locura y sus ganas de estar conmigo las tendria que dejar un lado, el era un hombre malo que no media las consecuencias de nuestros actos, ademas de todo el ya se habia casado. —Gabriel por favor te pido de la manera más amable que te vayas, fue un momento bastante bueno, muy rico y sexy, pero no se repetira jamas, yo me tengo que preparar para mi vuelo a México y tu tienes que regresar a tu casa en España en compañía de tu pareja, tienes que regresar a españa con tu esposa la que probablemente sea la madre de tus hijos— comencé a tomar mis prendas y vestirme, mientras el solo me observaba. —Aurora, se que esto no fue un error y se perfectamente que a
El avión tocó tierra con suavidad y sin contratiempos, como si la ciudad de México me recibiera con una respiración contenida, había vuelto a mi país después de todas las cosas que viví en España. El viaje había sido largo, sí, pero también curioso en su calma: esa clase de trayecto en el que el tiempo parece estirarse solo para permitir que uno piense mejor las cosas. Observe desde la ventanilla, el mundo se había reducido a nubes, luces lejanas y pensamientos desordenados que al fin tomaron forma conforme mas y mas los pensaba.Cuando por fin descendí del avión, con el cuerpo algo adormecido y la mente un poco más clara, me golpeó una verdad simple pero inquietante: no había avisado a nadie que volvería, no había avisado a mi hermano o siquiera a mi madre que estaría de vuelta. Nadie sabía que estaba en casa otra vez. Y por más que me dijera que era una decisión tomada con intención, ahora, con los pies firmes sobre el suelo de un aeropuerto que me era familiar, no podía evitar senti
Dormí plácidamente toda la noche, sumida en un descanso que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. No fue solo el sueño, fue la paz que me envolvía, como si el cuerpo hubiera esperado meses por este instante de rendición total. La cama —mi cama— me recibió como una vieja amiga que no reprocha ausencias, solo abraza sin condiciones.La comodidad del hogar no era solo física: era algo más profundo. Como si las paredes, los rincones, los olores familiares supieran exactamente lo que necesitaba para recomponerme. Cada cobija me envolvía con una dulzura tibia, como si alguien —o algo— me susurrara que todo estaría bien.A la mañana siguiente de mi llegada, me despertó algo que no era una alarma, ni el bullicio de una ciudad desconocida. Fue un olor. O mejor dicho, una sinfonía de aromas que flotaban en el aire, llenando la casa como un eco de memorias dulces. El café recién hecho, el olor tibio de unos panqués dorándose, y el crujiente perfume del tocino chisporroteando en la sartén,
El miedo me recorrió la piel como una corriente helada. Estaba ahí, sentado en mi sala, respirando el mismo aire que mi familia, como si nada hubiera pasado. Jacobo. Su presencia era un eco del pasado que yo había dejado enterrado —o al menos, eso había intentado.Mi cuerpo se tensó, pero mi rostro se mantuvo sereno, casi indiferente. No podía permitir que ellos notaran nada, no ahora. No sabían. Nadie en casa conocía la verdad de lo que ocurrió en España, de las veces que el miedo se me escondía bajo la lengua cuando él hablaba, de cómo mi libertad se fue desdibujando sin que me diera cuenta.Y no, no iba a contarles. No en ese momento. No cuando mi abuela estaba en casa, cuando el desayuno estaba servido como una celebración silenciosa de mi regreso. No quería manchar la mesa con la sombra de algo que aún dolía.Mientras tanto, me esforzaba por no mostrar la incomodidad, por sonreír cuando Gabriel —mi hermano— intentaba hacerme sentir como si todo estuviera en orden. Me preocupaba q
En la mañana del 5 diciembre me encontraba recostada en mi cama pensando en mi decisión de irme a trabajar lejos de mí ciudad natal, aunque aquí en la ciudad de México encontraría un buen trabajo de mi carrera he decidido irme a Mallorca, mi familia ha aceptado con buenos ojos mi decisión y estoy feliz con el hecho de que me apoyan, pero es sumamente difícil dejar todo atrás. Pero lo que más duele es dejar a Jacobo, ese gran amor de infancia y adolescencia, a pesar de que solo somos amigos, yo siempre lo ame, fue mi confidente de toda mi juventud, platicábamos de todo, aunque algunas ocasiones nos confundían como pareja solo es mi amigo. Él tiene pareja, Melody una hermosa compañera de colegio, por la cual siempre estuvo enamorada y por lo cual nunca pude decirle lo que yo sentía por él, aunque en estos momentos ya es tarde para decirle, yo creo que si lo guardo me odiare, a lo mejor por la tarde que nos veamos para nuestra despedida le diré que lo quiero y siempre lo tendré en mi cor
Mi vuelo sale el día de mañana, me encuentro ansiosa ya estoy lista para irme, mi mama me hará una comida familiar, solo mi hermano Mauro, mi abuelita Sofía y ella.He terminado de meter todas mis cosas en las maletas, mi vuelo sale a las 5 de la mañana, en ese tiempo estuve revisando algunas fotografías de mis vivencias con amigos y Jacobo, tuve un poco de nostalgia al recordar todo por lo cual tome todas las fotografías y las volví a meter en su cajita y la coloque en un baúl donde guarde todo lo que conservare.Mi mamá y mi hermano salieron de la casa para ir por mi abuela, que tenía ya un tiempo que no la veía y con esto del viaje quizás tardaría más tiempo en verla. Me quede sola en casa.Bajé a la cocina y mientras tomaba una manzana sonó el timbre, fui a ver quién era y para mi sorpresa era Jacobo, mi corazón comenzó latir más rápido y con mayor fuerza, abrí la puerta con calma, nos vimos durante unos segundos antes de pronunciar palabra.– ¿Cómo estás? –Dijo con voz rápida y s
Capítulo 3 Te conocí verdaderamente en el vuelo.Siento sus manos recorrer mi cuerpo, es algo súbito, me encanta, permito que me besé apasionadamente, sus manos acarician mis muslos y mis manos entrelazadas se encuentran alrededor de su cuello acariciando su cabello, quiero que me tome, que me haga suya. Sus besos recorren mi cuerpo y siento su calidez en cada una de sus caricias, Me siento estallar.Tiene su cuerpo sobre el mío. Me ha comenzado a desabrochar la blusa dejando expuestos mis pechos desnudos, sus dedos firmes pasan de mi cuello a mis pechos y se deslizan con suavidad hasta mi ombligo, estoy en un borde de placer. Le quito su playera y puedo sentir su cuerpo desnudo sobre mi piel, mi cuerpo lo abraza, su respirar es agitado, poco a poco mis manos tocan su espalda, lo sujeto con fuerza acerco mis manos hacia su pantalón, comienzo a desabrochar poco a poco, bajo la cremallera con cuidado, Jacobo está completamente excitado.Encienden las luces del avión y me despierto abrup
Al poco tiempo de iniciar la carrera, Jacobo y yo platicábamos de cuáles eran nuestros sueños y metas, recuerdo que me contaba que quería salir de la ciudad y poder vivir en algún lugar tranquilo, la ciudad solía absorber sus sueños, decía que construiría dos casas una a lado de otra de dos pisos cada una, fachadas muy rústicas, con puertas y ventanas de madera, tendrían chimeneas porque nos iríamos a un lugar frío, tendríamos también un amplio jardín para que nuestros hijos jugaran juntos, una de las casas sería para él y otra para mí.El inicio del curso en la universidad pasaba sin mayor problema, cada quien se enfocaba en su carrera, pero el tiempo para vernos era difícil y convivir todos los días era todo un reto, cuando salía de clases me dirigía a su edificio que me quedaba un poco lejos, solía esperarlo por dos o más horas, aprovechaba el tiempo haciendo tareas o viendo alguna película, absorbía toda mi energía.No puedo negar que adoraba estar día tras día con él, habíamos el