AMELIE.
Termine a abrocharme los botines militares, me acomode el cabello detrás de las orejas, observe a mi novio terminar de abrocharse su cazadora de cuero.
–Te amo– le dije.
Rainer me miro y me acuno el rostro. –No lo digas asi.
–¿Cómo asi?
–Como si estuvieras despidiéndote.
En minutos nos enfrentaríamos a dos de los mayores tormentos que ha tenido mi familia, dos personas sin escrúpulos que son capaces de pasar por encima de cualquiera y como sea por lo que quieren.
No sabí