─Te agradezco que vinieras, pero no puedo volver. No aún. ─mencioné mirando al hombre frente a mí que se encontraba con una expresión sorprendida y burlesca al mismo tiempo, cómo si no creyese mis palabras.
─Tienes que volver, Greco. No era una pregunta. Volverás. ─mencionó Leandro, ahora mirándome seriamente─. Esto no es un puto juego, ella te necesita.
¿Qué? ¿Qué le pasaba realmente a Alexandra?
─Dime, ¿Qué sucedió? ¡Dímelo de una puta vez! ─grité mientras lo tomaba del cuello─. ¿No te has enterado? ¡Soy tu jefe y no puedes venir a darme ordenes! ¡Mucho menos a quitarme la paz que llevaba sintiendo durante estos meses! ─grité. Tal vez fui un poco injusto, pero Leandro a veces olvidaba su lugar.
─No puedo decírtelo, pero es por lo que debes volver a casa, con ella. ─mencionó mirándome con cierto brillo en sus ojos.
─¿Debería preocuparme, Leandro? Al parecer tus prioridades han cambiado. ─comenté mientras tomaba un vaso de vodka y daba un solo trago de este, sintiendo cómo quemaba mi