Edrik
El fin de semana había llegado, y con él, una necesidad imperiosa de sacar a Blossom de la rutina que la había consumido últimamente. Entre su trabajo en la firma y sus propios miedos, apenas había tenido un respiro. Yo podía verlo en sus ojos, en cómo a veces su sonrisa parecía cansada, como si estuviera peleando una batalla interna que no quería compartir del todo. Pero yo estaba decidido a cambiar eso, aunque fuera por un par de días.
El sábado por la mañana, pasé a recogerla temprano. Cuando apareció en la puerta de su apartamento, con su cabello suelto y un vestido sencillo que se movía con la brisa, supe que había tomado la decisión correcta.
-¿A dónde vamos? -preguntó, arqueando una ceja mientras me dedicaba una de esas sonrisas que siempre lograban desarmarme.
-Es una sorpresa -respondí, tomando su mano para guiarla hacia el coche.
El viaje duró un par de horas, con el sol brillando a través de las ventanillas mientras hablábamos de todo y de nada. Blossom se relajó poco