Fleure
La noche se ha tragado tras las gruesas cortinas de su habitación. No filtra ni una luz, de modo que podría creer que estoy encerrada en una tumba. Y, sin embargo, oigo cada latido de mi corazón, cada respiración de Aaron, cada movimiento de sábanas que me recuerda que no estoy sola.
No he dormido. ¿Cómo dormir, cuando sus palabras siguen girando en mi cabeza?
"No perteneces a nadie más."
Se han grabado en mí como una sentencia. Como si al aceptar venir a esta velada, al dejarme marcar por su sello ante todos, hubiera firmado un pacto invisible. Un pacto con el diablo.
Me giro de lado, los ojos fijos en la sombra de su perfil. Él duerme a medias, en paz, con una mano doblada bajo su nuca, como si reinara incluso en su sueño. Y yo… me siento cautiva, atrapada en una jaula dorada.
Me aprieto la toalla alrededor de mí, incapaz de ponerme el vestido o incluso de buscar una camisa. Es estúpido, pero tengo miedo de moverme, miedo de que un simple gesto lo despierte y me recuerde, una