Capítulo 8
Miguel, aunque dejó su trabajo como embalsamador, no quiso integrarse en el Consorcio Pabliano para formarse como heredero. Esto desesperaba a su madre, quien finalmente recurrió a Alicia para que lo convenciera.

Cuando Alicia entró en su habitación, Miguel la miró con recelo, como si se enfrentara a una amenaza.

Qué irónica la forma en la que antes me mirabas.

Alicia se cubrió la nariz, horrorizada al descubrir las dos esculturas de madera que representaban a Luciana y a mí.

—¿Miguel...?

Miguel la interrumpió con impaciencia:

—En el mundo de los adultos, si no te hablan en tres días es porque ya has sido olvidada. Hace más de un mes que terminamos, ¿por qué sigues viniendo aquí?

Se movió para bloquear su vista hacia las esculturas.

—Ya salte.

Alicia se sintió herida y dejó caer lágrimas de indignación:

—¿Qué significa esto? Ya ni me contestas los mensajes ni las llamadas. Tus padres esperan que tomes las riendas del consorcio, ¿cómo puedes vivir así? Te ves miserable.

Miguel, molest
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