Rosalin se dedicó ese día a limpiar y ordenar un poco, mientras que los tortolos se fueron al patio trasero a jugar con el pequeño Noah. Rosalin los miraba con una sonrisa. Realmente, se alegraba por ellos. Al terminar de limpiar, se dispuso a la tarea de hornear algunos pastelitos, cuando escuchó que llegó el señor Duncan en su auto y luego apareció en la puerta de la entrada.
-¡Hola! – Le dijo Rosalin levantando la mirada de la tarea que estaba realizando –
-¡Hola! – Respondió serio el señor Duncan tomando uno de los pasteles y mirando hacia la sala donde estaban regados unos juguetes que sabía que eran de Sarah – ¿Dónde está Sarah? –
-No lo sé – Dijo Rosalin mirando a la sala donde estaban sus juguetes desparramados – Estaba ahí. Debe estar arriba. Hace rato que no la veo porque estuve limpiando –
El señor Duncan subió por las escaleras a buscar a Sarah en la parte de arriba, por lo que Rosalin se sorprendió de verlo bajar nuevamente, cinco minutos después sin Sarah –
-¡No puede se