Mathias Asier se detuvo delante de enorme puerta de caoba y esperó.
“Que te conozca de verdad”. Las palabras de Jota resonaron en sus oídos una y otra vez. Negó con la cabeza. Ya tenía demasiadas cosas en qué pensar, no le interesaba establecer relaciones; sin embargo, cuando la puerta se abrió y Lilia apareció por ella, con el cabello rojo suelto y un vestido que le recordaba a una túnica, sintió una curiosa punzada en el pecho.
—¡Hola, Asier!
Se tensó.
—Eh, h-hola.
La chica se cruzó de brazos.
—Qué eficiente.<