— Ana Lis, este de aquí es un antiguo alumno de esta universidad. — mi consejero me presentó al desconocido.
¿A quién le importa? Sólo quería que me diera la oportunidad, además, mi tiempo ya se había agotado.
— En otra ocasión me presentas a tu amigo. Sr. Róger. Tengo que irme. ¡Que tengas un buen domingo!
— ¡Eh! Espera. — me llamó el importuno.
Fingir que no oía nada era la mejor manera de no ser descortés.
Me di la vuelta y salí a toda prisa del edificio. Mi chófer me esperaba al otro lado de la calle con el coche en marcha.
— Llévame al mismo restaurante chino.
— Como quieras.
Sospecho que Miguel vigila todos mis movimientos y le pasa la información a mi marido.
En primer lugar, fue contratado por el propio Adriel. Segundo, me pilló por sorpresa en el restaurante con mi primo, cuando no le había dicho a nadie que iba a ese restaurante. Excepto a Tomás.
Me dirigí a la misma mesa que la última vez. Respiré hondo cuando le vi degustando vino mientras me esperaba.
— ¡Creía que me ibas