—¡Tranquila amiga! Cualquier cosa, la que sea, cuentas conmigo siempre —expresó Elizabeth con mucho afecto y abrazándola fuertemente.
—Por ahora, no diré nada a mis padres. Hablaré con mi padrino, estoy segura el me ayudará.
—En todo caso, ya sabes, cuentas conmigo. Es más deseo acompañarte a la consulta ¿te parece? Si quieres vamos de una vez, solo debemos llamar a Samuel.
Helena con un movimiento afirmativo de su cabeza, dejó que Elizabeth llamara a Samuel y viniera por ellas.
—¡Hola Samuel!
—¡Buenos días señora! ¿A dónde la llevo?
—Vamos… a la Capital, llévame a la Clínica… de mi padrino —respondió ella lentamente y con una media sonrisa.
—¡Con gusto, señora!
—Gracias. Samuel ¿Alguna novedad en la hacienda?
—No, señora. ¡Ahhh ya…! Cuando salía para acá, iba llegando un taxi del aeropuerto a la hacienda. Pero no se quien iba.
—Okey, gracias Samuel.
Al llegar a la consulta, la secretaria de su padrino la saluda e informa, que ya esta por irse. Ella entra de inmediato, habla