Thomas se levantó del sillón, llevó a su hijo hasta la cuna donde lo acostó a dormir, saliendo de la habitación, despidiéndose de Helena con un simple gesto de su mano, con lo cual la dejó asombrada, como si fueran dos amigos y nada más…
«Esto es alarmante, debo realmente hacer algo, para que Thomas se interese en mí nuevamente», reflexionó ella, preocupada y decepcionada por su actitud.
Ella no quería perderlo ni dejar a su hijo sin su padre, solo por caprichos o erradas decisiones de las cuales hoy se arrepiente. Así que dispuesta a recuperarlo, pensó que la fecha especial para tirar toda la carrocería sobre él, era el día del bautizo del bebé.
Esa noche, ella se acercó a Thomas después de la cena y le preguntó por el certificado de nacimiento del bebé, porque haría los trámites para presentarlo y poderlo bautizar.
—Thomas ¿Presentaste al bebé?
—No, el día que lo fui a hacer había un error, porque te registraron en la clínica como la viuda de Juan Montero, pero dejé encargado