veintitrés.

Alexander:

Volteó a verla una vez más, y salgo de la habitación, ¿que se supone que voy hacer ahora? ¿cómo podré resistir el impulso de besarla, tocarla, su piel tan suave y cálida, tan exquisita? ¿Como podré enamorarla? Mejor dicho, ¿tendré alguna posibilidad de enamorarla?

Voy a mi habitación y luego de tomar una ducha bien fría para solucionar el problema de mi entrepierna, bajo a desayunar.

Aşkim estaba echada esperándome, se levantó y vino a olfatearme.

— ¿Que sucede? ¿Extrañas a nuestro pequeño sol?

— ¿Así que mi hija ahora es un pequeño sol?

Respire profundo, tratando de tranquilizarme antes de dar la vuelta, hice uso de todos mis años de negociaciones en la empresa y congele cada músculo de mi cara, para que no me delate ningún gesto. Nada que pueda hacer ver lo que ella me hace sentir, como me enloquece.

— Sí, así le digo, espero que no te moleste.

— Claro que no Alex, eres su padrino le puedes llamar como quieras, mientras sea con cariño. — Ella estaba sonriendo, por prime
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