Umara:
Debo parecer un pez que han sacado del agua con anzuelos, por qué mis ojos están grandes como platos y mi boca abierta a más no poder.
La mujer de la trenza ríe y prosigue su camino dejándose caer en un diván y aceptando un racimo de uvas de una de las doncellas del servicio.
Burya se acerca a mí y poniendo los ojos en blanco toma una de mis manos.
— Tranquila, pronto te acostumbrarás a las excentricidades de Sarab.
— ¿Excentricidades, en serio rusa?- dice la gemela peliblanca.
— No sé. Intentar asesinar a nuestro emperador, no una ni dos veces…sino doscientas, ¿puede ser considerada una excentricidad?- pregunta la otra gemela.
Definitivamente quieren matarme de asombro.
— ¿Ella…ha intentado … qué?!- Chillo.
—Oh, por los dioses. No hay que hacer tanto aspaviento.-Regaña Lady Citié. - Ahora, por favor, ya concluidas las introducciones debo marcharme. El emperador querrá su té luego de la reunión del concilio.
La mujercita se marcha y me deja en manos de la rusa y las gemelas.
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