—¿Estás loco o qué? ¿Qué pasa si tuve novio? ¿Qué siglo estamos viviendo? ¿De verdad te importa si tu esposa era virgen o no?
Alicia miró a Zorath con incredulidad.
Llevaban casi diez años de casados, y en realidad nunca se imaginó que él pudiera ocultar algo tan profundo.
Zorath, con una mirada desafiante, dijo: —¿Acaso porque tengo aspecto de ser honesto y sencillo, ya no debería importarte cómo me siento?
—¡Tú misma te dejaste usar por otros hombres hasta que te cansaste, y después viniste a casarte con un tipo como yo, que es honesto! Tú tampoco eres una santa.
Alicia, furiosa, caminó hacia él y le zampo una cachetada tan fuerte que Zorath quedó en shock.
Zorath, de inmediato, se levantó con rapidez, como si tuviera intención de reaccionar.
Mi cuñada y yo nos acercamos. .
Al ver que estábamos los dos, Zorath, al final, no se atrevió a hacer nada.
Alicia, llorando, le dijo: —Te lo dije, antes de casarme contigo, sí tuve novios, ¿y qué pasa con eso?
—Era una relación normal, con nece