Capitulo644
Aunque el tipo estaba aterrorizado, todavía intentaba aferrarse a una esperanza:

—¡Humm! ¿A quién pretendes asustar con eso? Dices que vas a dejarme vuelto nada, pero perro que ladra no muerde.

María no perdió tiempo y dio la orden sin rodeo alguno.

Jorath sacó con destreza un cuchillo, uno de esos militares, con una hoja extremadamente afilada y que causaba una impresión escalofriante.

Con una calma inquietante, Jorath se acercó silencioso al tipo con el cuchillo en la mano.

El tipo empezó en ese instante a temblar, sus piernas le fallaron de puro miedo.

—¿Q-qué... qué vas a hacer?

—Yo tengo negocios con el señor Mikel. Si muero aquí, seguro que Mikel investigará, y todos los que están aquí no se salvarán...

—¡Ah!

Antes de que pudiera seguir hablando, Jorath levantó el cuchillo y, en un solo movimiento, le cortó una de las orejas al tipo.

La escena fue tan impresionante y, satisfactoria, que sentí cómo mi sangre hervía de emoción.

Sé que todos los hombres, de alguna forma, tienen un s
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