Capitulo608
No quería quedarme solo, así que, sonriendo, le dije: —Yo también quiero ir. Cuñada, ¿puedo ir con ustedes?

Mi cuñada me miró con una expresión algo extraña, y luego me dijo: —Si quieres ir, ve. Eres libre, no tienes que preguntarme.

De inmediato me apresuré a seguirlas.

Como antes lo solía hacer, tomé el brazo de mi cuñada con una mano y el de Luna con la otra.

Aunque no podía hacer mucho en ese momento, estar entre dos mujeres tan hermosas me hacía sentir muy feliz y satisfecho.

En especial, el poder ir de la mano con mi cuñada me hacía valorar demasiado estos momentos, ya que eran muy especiales.

Continué haciendo de guía turístico, mientras caminaba y les iba contando sobre los lugares.

Después de un buen rato, mi cuñada dijo que estaba cansada, así que nos sentamos en un banco al borde del camino a descansar.

Vi cómo mi cuñada se frotaba con suavidad las piernas, y supe que estaba cansada de caminar, que sus piernas no se sentían del todo bien.

Con la intención de ayudarla, me o
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