Después de ser descubierta como la chica de París y de la confusión que causaron los medios de comunicación, Helena intentó seguir viviendo una vida normal en la medida de lo posible. Para ir a trabajar, tuvo que confiar en el conductor de su jefe y entrar por las verjas de descarga. Ya no pude pasar por recepción.
Solo ha entrado personal autorizado a su oficina y aun así, tienen que pasar por su asistente, contratada por ella misma. Fue la encargada de organizar su almuerzo y representarla en las reuniones. Y le habían dado órdenes solemnes de no dejar entrar a nadie sin su permiso si no quería que la despidieran por una causa.
Y, aun así, tuvo problemas con Roberto, que insistió en entrar sin llamar.
— ¿Cuál fue la parte de “no venir a mi oficina sin mi autorización”, no entiendes?
_ No me dijiste que conociste a alguien en París. Y más alguien famoso, como este Sabriel Reyes ... del que nunca había oído hablar.
Helena simplemente lo miró de arriba abajo, pensando en una m