Punto de vista de Rafael
Desperté con la luz del sol filtrándose por las cortinas del hotel.
Durante un segundo no recordé dónde estaba. Me martilleaba la cabeza, la boca sabía a cenicero y el cuerpo me dolía como si hubiera corrido un maratón.
Luego sentí el calor a mi lado.
Giré la cabeza despacio, temiendo romper el sueño que fuera esto.
Teresa dormía junto a mí, su melena oscura extendida sobre la almohada blanca como seda. Su rostro estaba en paz, las arrugas de preocupación que se habían vuelto permanentes en los últimos meses alisadas por el sueño. La sábana había bajado hasta su cintura, dejando al descubierto una piel suave que me cortó la respiración.
Habíamos dormido juntos. De verdad juntos.
Los recuerdos llegaron en tromba: la pelea bajo la lluvia, mi confesión, el bar, tambalearme hasta su puerta y luego…
Mi mano se acercó a su pelo, rozándolo apenas, asustado de que desapareciera si me movía demasiado rápido. Era real. Estaba aquí. En mi cama, desnuda, hermosa y…
Una so