El sol se colaba por el gran ventanal que toda la noche se había quedado abierto. El cantar alegre de las aves, se escuchaba, quizás, mas armoniosamente que otros días, y ambos sabían cuál era la razón de ello.
—Buenos días, mi musa — saludaba Bastián animadamente mientras apreciaba con todo su corazón, aquellos revueltos cabellos de fuego que cubrían a medias el encantador rostro de la pelirroja.
Adalet se estiraba un poco, y Bastián admiraba aquellas vistosas pecas que decoraban el rostro de la mujer por la que comenzaba a sentir tanto.
—Buenos días Bastián, dime, ¿Qué quieres desayunar? — cuestiono Adalet animadamente.
—Ah, no te preocupes, me toca a mi preparar lo que tu quieras, solo dime que tienes leche y café, y lo demás corre por mi cuenta — dijo Bastián abrazando a Adalet que aún estaba desnuda.
Haciéndole cosquillas, Bastián lograba sacar las dulces carcajadas de Adalet Williams, y ella, sintiéndose tan feliz como hacia demasiado tiempo no se sentía, reía sin parar ante aqu