Capítulo 1: El regreso

—¿Ya la viste? Es realmente hermosa —

El sonido de los altos tacones resonaba en aquel pasillo mientras las miradas masculinas se concentraban en la hermosa mujer que con altivez y una mirada fría, caminaba con dirección a las oficinas. Era hermosa, realmente bella y de porte elegante, su piel era levemente morena, su cabello parecía un homenaje al fuego, y sus ojos no se dignaban a mirar a nadie en el sitio.

—Señora Williams, nos hemos puesto en contacto con nuestro cliente nuevamente y ha decidido aceptar la oferta para el proyecto con la constructora Ajax, el de las casas de super lujo, quieren que lo más pronto posible se comunique con ellos para agendar una cita y verse en persona y así aclarar los términos del acuerdo — decía un joven secretario que caminaba apresurado tras la bella mujer que no disminuía la velocidad de sus firmes pasos y que sonreía de manera genuinamente maliciosa, como si hubiese estado esperando que aquella propuesta fuese aceptada.

Abriendo la puerta de aquella lujosa oficina, la hermosa dama de cabellos rojos como el fuego y de penetrantes y fríos ojos azules como el zafiro, se sentaba en la elegante silla tras el fino escritorio, mirando fijamente a su joven secretario.

Tragando un poco, el jovencito en sus veinte agachaba la mirada ante aquella mujer de frío mirar, en realidad, todos lo hacían. Aquello era algo normal, pues desde que la señora Williams había fundado y tomado el mando de la compañía Triade CORP, demostró con hechos lo capaz y lo agresiva que era a la hora de los negocios. Aquella fructífera empresa, había nacido siendo una pequeña constructora sin nada de relevancia, sin embargo, y gracias a las atinadas propuestas de la señora Williams, aquello había crecido exponencialmente y se había convertido en una de las constructoras más importantes del país en tan solo tres años.

—Bien Charles, yo los llamaré, ahora puedes ir a comer, pero antes, pide que me traigan mi café, y llama a la niñera de mi hijo, infórmale que llegare un poco más tarde a casa hoy, vere al señor Stone para cerrar este negocio hoy mismo — dijo con seriedad la hermosa mujer.

Asintiendo, el joven Charles había salido, y la mujer en sus 30s se había levantado de su silla para mirar hacia abajo la enorme ciudad que se apreciaba a la vista. New York era una jungla de concreto, y todo aquel que no estaba preparado para pelear, terminaba tragado por ella.

Ese día no era como los otros, pues se cumplían ya cinco años desde que su tragedia dio comienzo. Ya no llevaba más el apellido Jones, pues había comenzado una nueva vida y para ella adopto el apellido de soltera de su fallecida madre. No, ella ya no era más aquella mujer débil y llorosa que había sido abandonada e injustamente condenada un día, Adalet Williams era una mujer fuerte, aguerrida, y una justiciera que había regresado clamando por aquellos que le habían hecho tanto daño.

“Por favor, déjenme ir, ¡Yo no hice nada malo!”

De nada habían servido sus suplicas aquella noche en que fue humillada y maltratada. Acusada injustamente de robo y asesinato, no había podido probar su inocencia en aquel momento, y había terminado en una horrenda prisión estatal.

Sus ojos de zafiro se fijaron en el horizonte, como si aun se estuviese viendo en aquel pasado que no terminaba por quedarse atrás. Embarazada, desamparada, y preguntándose mil veces ¿Por qué? Había terminado acinada en ese lugar en donde aprendió a ser fuerte. Su pequeño Dante había nacido en prisión gracias a los Stone, cuyo padre de familia la había acusado injustamente de aquellos crímenes para que no fuera un estorbo en la vida de Enzo, su ex esposo, ayudado por un amigo de la familia que era un importante juez en ese tiempo. Ella habría pasado el resto de su vida en ese horrible lugar siendo separada de su hijo, de no ser por aquel ángel que la había rescatado del mar de la injusticia.

Quizás, había tenido el mayor golpe de suerte de su vida al conocer a la mujer que la sacó de allí y logro ayudarla a probar su inocencia. No lo sabia a ciencia cierta, sin embargo, desde el primer momento en que puso un pie fuera de esa prisión de muerte, una sola cosa cruzaba por su mente, aquello que le había dado la motivación para sobrevivir: Venganza.

Tomando el teléfono, marco el número que le habían dejado los Stone para agendar su encuentro. Adalet había planeado aquello por demasiado tiempo, y finalmente, podría dar los primeros pasos para sumir en la miseria y en la desesperación a aquellos que no dudaron en herirla a pesar de que jamás les había hecho ningún daño. 

—¿Señor Stone?, soy la señora Williams…

Terminando aquella llamada, Adalet volvió su vista hacia los enormes cristales que dejaban una agradable vista de la ciudad a su alcance y en donde podía mirar su reflejo fácilmente.

Había cambiado, no solo por dentro si no también por fuera. Ya no era ni seria nunca más aquella esposa descuidada, con permanentes ojeras en su rostro debido a los muchos desvelos en los que esperó despierta a su ex marido infiel quien desde el primer momento salió a engañarla con otras. Había sido ingenua, imaginando siempre que estaba en un matrimonio idílico en donde ella era la ama de casa despojada de su propia vida para servir a un malnacido que al final la abandono por otra.

Era hermosa, habiendo recuperado su belleza de antaño, le prometía a su reflejo conseguir vengar todo el daño que le hicieron, y luego, marcharse de allí junto a su pequeño y amado hijo, para vivir una vida plena a su lado.

Al otro lado de la ciudad, dos hombres ajustaban sus corbatas y tomaban sus maletines. Era el momento de hacer negocios.

—Y, ¿Cómo crees que será esta señora Williams? ¿Crees que sea una belleza? ¿O solo una vieja bruja detrás de un escritorio aburrido? — preguntaba un hombre de cabellos castaños y bonitos ojos verdes que demostraban picardía.

—No lo se ni me interesa, tan solo quiero cerrar este negocio de una vez, mi esposa se pondrá pesada si no aparezco a tiempo para nuestro aniversario, ya la conoces — respondía Enzo Stone abriendo la puerta de su lujoso departamento.

—Siendo el nuevo líder familiar deberías tomarte estas cosas más en serio, ya sabes, investigue a Triade CORP y realmente tiene muchísimo potencial para alcanzar a la empresa de tu padre en poco tiempo, sea quien sea la señora Williams, tiene carácter y una inteligencia demasiado aguda, pues ella es la fundadora y directora de dicha empresa, realmente tengo demasiado interés en conocerla — decía el castaño a su viejo amigo Enzo.

—Nadie podrá superar a mi padre, no seas ingenuo, y mucho menos podrán superarme a mí, precisamente porque es una empresa con potencial, es que mi padre y yo decidimos hacer negocios con esa mujer sea quien sea, se dará cuenta de que no es tan sencillo y la sacaremos rápido del camino, ya lo veras Bastián — dijo con confianza Enzo.

—Mmm…no lo sé, no haría mucha confianza si fuera tú, esta mujer es realmente un prodigio y el lo suficientemente agresiva e inteligente para lograr alianzas con otras poderosas constructoras, no bajes la guardia — dijo Bastián con recelo.

Enzo, colocando las manos sobre los hombros de su amigo, lo miro con autosuficiencia.

—Bien, si la bruja Williams es tan peligrosa como crees que es, para eso es que tu eres mi abogado, no por nada te llaman el abogado del diablo, eres el mejor del todo el maldito país, confió en que lograras quemarla en la hoguera de ser necesario — respondió Enzo.

Bastián sonrió y asintió.

Siendo las seis en punto de la tarde, ambos hombres habían llegado a Triada CORP y Adalet ya los estaba esperando.

—Señora Williams, el señor Stone y su abogado el señor Myers, han llegado — anunciaba el joven secretario.

Manteniéndose firme y con una expresión estoica, Adalet asintió.

—Bien, hazles pasar Charles — respondió sentándose tras su lujoso escritorio.

La puerta se había abierto apenas unos segundos después, dejando ver a dos hombres ataviados en elegantes trajes. Adalet, había reconocido solo a uno de ellos, pero ambos, miraban con asombro a la hermosa mujer que tenían delante, uno, por verdadera impresión de ver un rostro casi olvidado, el otro, por la hermosura y la imponente presencia de aquella mujer de mirada fría y penetrante.

—A… ¿Adalet? — cuestiono Enzo sintiendo como se le cerraba la garganta.

—Hola Enzo, tiempo sin verte, ahora señores, ¿Vamos a tener una charla melancólica? ¿O nos enfocamos directamente en lo que es realmente es importante? Hablemos de negocios.

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