La castaña lo sintió deslizar el largo cierre de su vestido y sus botones de rosa se resistieron ¿Cómo era posible que estuviese comportándose así?, antes de Leonardo, antes de aquel matrimonio que gracias a sus padres había dado comienzo, hacer aquello en un páramo tan solitario, hacerlo en una playa, hacerlo en un elevador…jamás habría cruzado por su cerrada mente…y, aun así, aunque fuera moralmente incorrecto, no se arrepentía.

—Eres hermosa Arianna…— musitó el rubio tatuado, mientras acariciaba la piel desnuda de la espalda de su esposa al haber logrado también desabrochar su sostén.

La piel de la joven de cabellos de fuego, se erizó antes de la tibieza del tacto que las manos grandes de Leonardo tenían sobre su piel, y por sus palabras, había caído rendida una vez más…nunca se había considerado realmente hermosa, tan solo bonita, algo aceptable…, pero ahora, en esa posición tan íntima y con Leonardo tocándola y probándola con ese deseo y cuidado mezclados…realmente le creyó.

Aria