Capítulo 42: El pecado.
Mariana regresaba sobre sus pasos una y otra vez en su alcoba; Arianna aún no se comunicaba con ella y con su padre a pesar de haber perdido su posible herencia, a su caballo y demás, y, aun así, no la había llamado para disculparse. Esperaba al menos una reacción furiosa de su parte, cualquier cosa, pero tan solo estaba recibiendo su silencio.
— ¿Hasta cuándo pretendes seguir así Arianna? ¿Qué más tengo que quitarte para hacerte entrar en razón? — Mariana se cuestionó a sí misma al tiempo que se mordía nerviosamente las uñas como cuando era pequeña.
El timbre de su departamento de soltera sonó insistente. No esperaba a nadie esa noche; le había dicho a su madre que pasaría el fin de semana con sus amistades. Una chispa de malicia y emoción se encendió dentro de ella, debía de ser Arianna y nadie más, era tarde, pero la recibiría si venía con sus disculpas cargadas en los hombros. Caminando orgullosa hacia la entrada, abrió la puesta sin mirar primero. Entonces el olor a alcohol cayó