—Necesitaras usar collarín unos días, afortunadamente el accidente no fue grave, la bolsa de aire ayudó, pero la cuenta del hospital aún no se ha liquidado, no tenias fondos suficientes en tu tarjeta…también traje el vestido de novia, lo recogí de la tienda, hoy debías de pasar por el…realmente lamento tanto lo que te han hecho. —
Las palabras de su amigo Ramon no eran escuchadas con demasiada importancia por Arianna que tan solo miraba por la ventana de la habitación del hospital en donde había sido ingresada después del accidente que tuvo después de manejar a gran velocidad; estaba casi segura de que había visto a Renato caminando hacia ella antes de perder la conciencia, sin embargo, le habían dicho que el nombre de quien la sacó de su viejo auto, fue un hombre llamado Leonardo.
—¿Me estas escuchando Arianna? — cuestionó Ramon.
Arianna asintió, sin embargo, no le sorprendía que su padre no hubiese pagado la cuenta médica del hospital, después de todo, apenas ella había cumplido la mayoría de edad, y la habían hecho saber que los Urriaga no pagarían ninguna de sus cuentas, pues a pesar de ser la hija mayor de Maximiliano, el millonario empresario la trataba con desprecio desde el momento en que volvió a casarse con la madre de Mariana, pues la mujer y su hermana menor odiaban que él le mostrara afecto o le ayudara con sus problemas económicos y no le permitían hacerlo.
Mirando aquella caja blanca en donde estaba su vestido de novia, las lágrimas nuevamente brotaron de sus ojos verdes, aquel vestido era su sueño hecho realidad, pero ya no podría usarlo. Ignorando sus dolorosos sentimientos, la joven de cabellos castaños miró a su amigo.
—Por favor, déjame ver mi celular…Renato y yo tenemos una cuenta compartida donde ahorramos durante estos tres años para nuestra luna de miel, no queríamos pedir dinero a nuestras familias pues deseábamos pagar nuestro momento más especial con nuestro propio esfuerzo, de allí debería poder completar las cuentas médicas. — respondió Arianna.
Ramon resopló.
—Es increíble que la hija mayor de un millonario viva casi como una vagabunda…me parece impensable que aun así ese maldito de Renato haya preferido casarse con Mariana…esa perra…saldré un momento para ver qué puedo hacer. — dijo el joven de piel morena alcanzándole el teléfono a su mejor amiga y colega y luego salir de la habitación.
Arianna sonrió con tristeza ante aquel comentario. Sin embargo, al mirar que la cuenta compartida había sido bloqueada, sintió como la sangre le bajó hasta los pies.
—¿Qué ha pasado?, ¡No puedo entrar a la cuenta! — dijo Arianna con desesperación.
En ese momento, un par de hombres entraban junto a Renato y Mariana, uno de ellos era su padre, Maximiliano Urriaga. Renato miraba su teléfono con atención.
—Veo que has intentado entrar a nuestra cuenta compartida…pero lo lamento, ese dinero lo usaré para pagar la luna de miel que tendremos Mariana y yo, ya que era para algo tan importante no debes de negarte. — dijo Renato con crueldad.
Arianna apenas podía creer lo que Renato estaba diciendo.
—Ese dinero fue ganado con esfuerzo no solo tuyo, también mío, es dinero que trabajé cada día, son necesidades que dejé de pagarme para tener nuestro momento, especial, ¡No puedes quitarme ese dinero!, ¡Necesito pagar mis cuentas médicas ahora que no estamos comprometidos!, ¿Acaso solo han venido para burlarse de mí? — dijo Arianna con frustración, notando la risa cruel de Mariana que se abrazó más de Renato.
—Oh, cuanto lo siento, yo no sabía nada de eso, Renato, cariño, creo que lo mejor es que le des dinero a mi hermana, yo comprendo su sentimiento, también tuve que valerme por mí misma mientras estuve en los Estados Unidos, se lo que vale cada dólar de esfuerzo…aunque por mi enfermedad yo no tuve la oportunidad de ahorrar nada pues no quería molestar a papito con mis problemas de salud, y cada dólar que gané fue para pagar mis tratamientos, así que por favor, devuelve su dinero, no quiero afectar aun mas a mi querida hermana. Yo trabajare duro para poder pagar nuestra luna de miel sin ayuda de nadie y se sienta nuestro esfuerzo, aunque me sienta tan débil lo haré. — dijo Mariana con fingida culpa.
Renato tomó la mano de Mariana.
—No te preocupes, tu estas delicada de salud, no debes de hacer ningún esfuerzo, Arianna, ¡No seas tan egoísta!, ese dinero ya tiene un destino, tu misma te causaste este accidente por ir manejando a alta velocidad, tu hermana no se provocó su enfermedad, así que no tienes por qué reclamarme nada de ese dinero que después de todo si va a usarse para lo que dijimos que se usaría, además, la pobre de Mariana quiere demostrarle a tu padre que no necesita pedirle dinero para cubrir sus gastos, no como tú, que siempre te estabas quejando de la falta de apoyo. — dijo Renato sosteniendo la mano de Mariana.
Arianna quería llorar de frustración, pero apretando los puños no se permitió hacerlo.
—¡Arianna!, tu hermana necesita más ese dinero que tú, no puedo creer que sigas siendo tan egoísta como cuando eras una chiquilla y no querías compartir nada con tu hermana menor, ya está decidido, ese dinero que ahorraste junto a Renato será para su luna de miel con Mariana. — dijo Maximiliano con enojo.
Siempre era lo mismo, pensó Arianna; siempre era ella la señalada por egoísta, tan solo por no ceder a los crueles caprichos de su hermana menor, ahora incluso lo que había ahorrado con tanto esfuerzo, se lo estaba llevando.
—Voy a demandarte Renato, ese dinero es mío y voy a recuperarlo…ahora dime, ¿A que han venido en realidad? — exigió saber Arianna.
Maximiliano dio un paso al frente junto a un hombre, su abogado. Tronando los dedos, el poderoso hombre hizo que su abogado entregara un documento con espacio vacío para una firma en las manos de Arianna, quien sorprendida abrió los ojos con gravedad al leer rápidamente el contenido del mismo.
—Desde este día dejaras legalmente de ser una hija de la familia Urriaga, ahora que Mariana va a casarse con el heredero Prego y tú has terminado tu compromiso con él, ya no eres necesaria para esta familia, solo te mantuve hasta este momento con mi apellido tan solo porque ibas a casarte con un hombre tan importante, y aunque siempre consideré que era mi Mariana la adecuada para ser la esposa de Renato, tu negativa a dejarlo y la de el de dejarte no me había permitido actuar antes, sin embargo mi querido yerno a abierto al fin los ojos y admitido que Mariana es mejor que tú en todo sentido, y con la enfermedad de tu hermana avanzando no hay tiempo que perder, así que firma el documento para hacer la renuncia de apellido, de todas maneras jamás contemplé ni una pequeña posibilidad de convertirte en mi heredera. — afirmó Maximiliano con seriedad y dando una mirada de desprecio a la hija que tuvo con su primera esposa.
Arianna sonrió, aquello era algo que había estado esperando desde hacía un largo tiempo; todas las intrigas que hicieron María Fidel, su madrastra, y Mariana, después de tantos años, finalmente estaban dando los resultados esperados por ambas; ella era la hija de Bianca Bellucci, una famosa cantante francesa que fue el gran primer amor de su padre, pero que debido a un terrible accidente murió siendo aún muy joven y cuando aún ella era una niña muy pequeña, y tan pronto como su madre murió, María entró en su vida como su madrastra, aunque nunca la quiso en realidad y desde el primer instante en el que entró en la mansión Urriaga la relegó a las habitaciones de la servidumbre y el trato tan solo fue a peor cuando tan solo unos meses después nació Mariana…era obvio que su padre había estado engañando a su pobre madre con su secretaria antes de que muriera.
Dando una mirada de desprecio a cada uno de ellos, y sin desear nada más que tan solo la dejaran en paz, Arianna apretó los papeles y alcanzando la pluma del abogado firmó la renuncia a su apellido paterno en ese mismo instante ante la sonrisa burlona de su hermana menor.
—Padre, no era necesario que la hicieras firmar esos documentos, el lugar como heredera corresponde a la hija mayor, no a tu enfermiza hija menor, esto es tan injusto, pobre de Arianna. — dijo Mariana fingiendo lastima.
—Ah mi pobre Mariana, eres tan dulce, siempre preocupándote tanto por tu egoísta hermana desde que eran niñas. — dijo Maximiliano abrazando a su hija menor.
—Es verdad, Mariana es tan buena y tan comprensiva, deberías de aprenderle algo Arianna. — dijo Renato besando la mano de Mariana.
—Basta, eso no es verdad, yo solo me preocupo mucho por mi querida hermana, ahora, por favor, déjenos solas un momento, me gustaría hablar a solas con Arianna. — pidió Mariana.
Una vez que los hombres salieron de aquella habitación, Mariana se acercó caminando con arrogancia hacia Arianna, y sacando de su bolso un fajo de billetes de 100 dólares, lo arrojo al rostro de su hermana mayor.
—Como te lo prometí, hermanita, todo lo tuyo ahora es mío, toma esta caridad de mi parte para que pagues tu hospital, deseo que tengas la mala vida que mereces. — dijo Mariana para luego salir tras de su padre y de Renato.
Arianna apretó sus puños con rencor, arrojando lejos de si aquel fajo de billetes en dirección a la puerta por la que Mariana acababa de salir.
—Wow, calma, no hay necesidad de agredirme, no pensaba cobrarte los daños a mi vehículo. — dijo una voz que a Arianna le resultó familiar.
Girando su vista, vio apoyado en el marco de la puerta a ¿Renato?, sin embargo, estaba vestido completamente de negro y un tatuaje sobresalía en su cuello bajo la camisa.
—¿Leonardo? — cuestionó Arianna sabiendo que aquel hombre, era el rebelde hermano gemelo de su ex prometido.