Capítulo 89: Mi niña malvada.
Wilson, lleno de furia, soltó un golpe certero en el rostro de Priscila, quien escupió sangre por la boca como respuesta a la brutalidad del golpe.
—¡Esa maldita merecía morir! —gritó Priscila entre los golpes que Wilson no cesaba de propinarle.
Thomoe intervino, tratando de detener la violencia.
—¡Basta! ¡La vas a matar! —exclamó, intentando contener a Wilson.
Pero Wilson estaba cegado por la rabia y continuó golpeándola sin piedad. Sin embargo, en medio de la brutalidad, algunas lágrimas rodaron por sus ojos, revelando el dolor y la impotencia que lo consumían.
—Eres un maldito —gruñó Priscila, mientras Wilson seguía descargando su furia sobre ella—. Perdí a mi hijo, era lo que se merecía, la muerte de su hijo y luego la suya.
Wilson, consumido por la ira y el dolor, respondió con un feroz tirón de los cabellos de Priscila, arrancando sangre del cuero cabelludo.
—¡Cállate, maldita perra! No sabes cuánto te quiero muerta, son mis hijos de quienes hablas y mi mujer —rugió Wilson, con