Inicio / Fantasía / La sombra del pacto / Capítulo 22 – La sombra de la venganza
Capítulo 22 – La sombra de la venganza

Sasha

El dolor es una marea creciente, ardiente e implacable.

Siento que Dante me sostiene firmemente, pero sus brazos tiemblan de rabia.

Adrian se acerca, su rostro de mármol, pero percibo la tormenta en sus ojos.

— Regresará, murmuro.

— No podrá huir eternamente, responde Adrian, su voz cortante como una hoja.

Intento sonreír, aunque el dolor me arranca un gemido.

— Mejor. Porque esta vez, soy yo quien lo rastreará.

El dolor pulsa en todo mi cuerpo, cada respiración es una lucha. Siento el sabor de la sangre en mi boca, una mezcla de hierro y rabia. Dante me aprieta contra él, su abrazo casi febril, como si temiera que desaparezca.

— Tenemos que curarla, ahora, gruñe a Adrian.

El vampiro me mira, su mirada oscura atravesando la mía. No dice nada, pero puedo leer la tensión en la línea rígida de sus hombros. Está furioso.

Quiero decirle que estoy bien, que no es más que otra herida. Pero incluso yo no soy lo suficientemente estúpida para creer esa mentira.

— Llévala a la mansión, yo cubriré nuestras espaldas, dice Adrian con una voz cortante.

— ¿De verdad crees que te dejaré aquí después de lo que acaba de pasar? replica Dante, contrayendo su mandíbula.

— Él volverá. Y esta vez, no vendrá solo.

Las palabras de Adrian caen como un hacha.

Aprieto los dientes. Isaak no se detendrá ante nada para tenerme. Este pensamiento me da náuseas. Ya ha jugado demasiado conmigo, ha manipulado demasiado el curso de las cosas. Cree que puede poseerme.

Aún no sabe a quién se enfrenta.

Dante termina maldiciendo y me atrapa en sus brazos.

— Aguanta, Sasha, murmura presionando su frente contra la mía antes de llevarme.

Quiero protestar, decirle que puedo caminar, pero la oscuridad me engulle antes de que pueda abrir la boca.

---

Cuando recupero la conciencia, estoy acostada en una inmensa cama, sábanas de seda frías contra mi piel desnuda.

La mansión Vassili.

Giro la cabeza y cruzo la intensa mirada de Adrian, sentado en una silla cerca de la cama.

— Por fin estás despierta.

Su voz es suave, casi preocupada, pero su mirada está impregnada de una intensidad inquietante.

Me incorporo ligeramente, una mueca de dolor atravesando mi pecho.

— ¿Cuánto tiempo? pregunto, mi garganta seca.

— Un día.

Un día entero perdido.

Cierro los ojos un momento, reuniendo mis pensamientos.

— ¿Dante?

— Está bien. Se fue a ocuparse de algunos asuntos.

Asiento, aunque un escalofrío de preocupación me atraviesa.

Adrian se levanta y se acerca a la cama. Su mirada se desliza sobre mí, intensa, pero esta vez ya no hay esa arrogancia habitual en su actitud.

— Necesitamos hablar, Sasha.

Su tono me pone inmediatamente en alerta.

— Te escucho.

Él duda, algo raro en él.

— Lo que representas para mí… no es algo que pueda ignorar.

Mi corazón salta un latido.

— Adrian…

— No, déjame terminar.

Se sienta en el borde de la cama, su mano rozando la mía.

— Te he deseado desde el primer instante. No solo porque eres fuerte, indomable, sino porque eres mía, Sasha.

Su voz se torna más áspera.

— Tú también lo sientes. Cada vez que estoy cerca de ti, cada vez que nuestras miradas se cruzan… es una evidencia.

Desvio la mirada, mi corazón latiendo violentamente.

— Es complicado.

— No. Es simple. Estás atrapada entre nosotros dos, pero él… Hace una pausa, sus pupilas brillando con un destello peligroso. Nunca te comprenderá como yo.

Una oleada de calor sube por mí, no por la fiebre, sino por la proximidad de Adrian.

— ¿Y crees que tú, me comprendes? murmuro.

— Lo sé.

Su mano agarra suavemente mi mentón, forzándome a mirarlo.

— Dante quiere protegerte, yo quiero poseerte. Pero en el fondo, lo que quieres es un hombre capaz de caminar a tu lado, no de ocultarte.

Mi aliento se bloquea.

No tiene razón.

Pero antes de que pueda responder, la puerta se abre de golpe.

Dante.

Se queda paralizado al vernos. Su mirada oscura se detiene en la mano de Adrian todavía sobre mi mentón, y una chispa asesina atraviesa sus rasgos.

Siento la explosión venir.

Y esta vez, no estoy segura de poder detenerlo.

Dante

Permanezco paralizado en el umbral, mi mirada atrapada en la escena frente a mí.

Sasha, aún pálida, debilitada, acostada en esa inmensa cama. Y Adrian, sentado al borde del colchón, su mano sobre su rostro, su mirada fija en ella.

Un rugido me escapa antes de que pueda controlarlo.

— Quita tus manos de ella.

Adrian no se mueve. Peor aún, una sonrisa roza sus labios, esa sonrisa burlona que me dan ganas de romperle la mandíbula.

— Llegas en mal momento, Moretti. Estábamos en plena conversación.

— Me importa un carajo sus conversaciones.

Mis puños se cierran. Siento la ira subir, bruta, incontrolable. La adrenalina pulsa en mis venas como una amenaza.

— Oh, pero yo creo que te interesa, continúa Adrian levantándose lentamente. Porque sabes muy bien que no es solo una cuestión de palabras entre nosotros.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP