Morgane
Me detengo frente a una gran puerta de roble tallado, cuyas grabados parecen contar una historia olvidada. Mis dedos, temblorosos, rozan la superficie desgastada. Una ola de emociones me invade al sentir las pulsaciones de la magia antigua circular en mí. Mis ojos se cierran, y me abandono a mis visiones.
En un destello, veo fragmentos de un pasado en el que fui una sacerdotisa venerada, rodeada de aquellos a quienes amaba con una intensidad desgarradora. Veo besos robados bajo la luz de una luna roja, lágrimas derramadas durante separaciones desgarradoras, juramentos susurrados en el secreto de los templos sagrados. Cada imagen me atraviesa, como si reviviera mis errores, mis amores y las traiciones que sellaron nuestro destino.
Reabro los ojos de repente, el corazón latiendo desbocado, y siento la presencia de Dorian que se inclina para devolverme a la realidad. Su mano, cálida y firme, se desliza sobre mi brazo, y durante un breve instante, todo se vuelve posible. La pasión