Sasha
La silueta de Soren permanece ahí, inmóvil, como una sombra congelada en el tiempo. Sus ojos, normalmente llenos de vida y desafío, ahora están vacíos, como si no fuera más que un eco de sí mismo. Un escalofrío me invade al verlo así, una angustia creciente que se mezcla con la confusión. Está ahí, frente a nosotros, pero no parece ser quien conocíamos. Y, sin embargo, su presencia es innegable.
¿Qué quieres decir con eso? pregunta Adrian con una voz tranquila, pero llena de desafío. Está cerca de mí, pero una distancia invisible se ha creado entre nosotros, como si el aire mismo nos separara, haciéndonos vulnerables.
Soren, o al menos lo que parece ser Soren, fija su mirada en Adrian, su mirada sin emoción posándose sobre él como un peso. Un largo silencio se extiende antes de que hable de nuevo, su voz casi metálica.
Están en una trampa, dice. Creyeron que sus elecciones les pertenecían, que controlaban su destino. Pero lo que ven aquí no es más que una ilusión, un juego cruel