Parece que esa noche dormí profundamente; al despertar, el sofá ya estaba vacío.
Recordando lo que había sucedido ayer, mi rostro se sonrojó involuntariamente. A estas alturas, aún me daba vergüenza; definitivamente estaba perdida en esta historia de amor.
Leonardo había pedido a Nuria que me trajera el desayuno y me envió un WhatsApp para decirme que descansara bien. En ese momento, sentí una dulce calidez en el corazón.
Sin embargo, cuando recibí la llamada de Valentina, mi párpado derecho comenzó a temblar de repente.
—¿Valentina, pasó algo?
—Parte del Edificio de Oasis se ha colapsado. Todos están yendo al lugar; el departamento de diseño está en plena movilización. Camila, no salgas de la habitación, esto no pinta bien, ¿me escuchaste? —Valentina dijo esto y colgó de inmediato.
Aún sostenía el teléfono, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. Mi WhatsApp comenzó a sonar; tanto Lucía como Estela me enviaron mensajes.
El Edificio de Oasis, que aún no se había terminado, ya