Capítulo 392: Vete al Infierno
Los guardaespaldas que Leonardo me dejó estaban de turno las 24 horas, casi viviendo en el hospital. También contrató a un enfermero, que venía a cuidarme casi todo el tiempo.

Jorge, que parecía tener más de cincuenta años, era un veterano. Aunque decía que estaba allí para cuidar de mí, en realidad también me protegía.

Aun así, no pude escapar de lo que iba a suceder. Hoy, Jorge me empujó en la silla de ruedas para hacerme unos exámenes, y en la puerta del ascensor, se acercó una niña de unos veinte años.

—Tío, ¿puedo preguntarte dónde está el departamento de medicina interna?

—Baja por aquí y luego... —Jorge se dio la vuelta para señalar a la izquierda.

No terminó de hablar cuando la chica sacó un frasco pequeño de su bolso y me lo lanzó.

Jorge, rápido de reflejos, retrocedió con mi silla de ruedas, logrando esquivar el ataque. El líquido que cayó al suelo era desconocido, y todos retrocedieron un paso.

—¡Tú, sinvergüenza, deberías morir! ¿Por qué no te mueres? ¡Estás en el hospital
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