Karla, con su barrigón, había rizado su cabello y se había maquillado con esmero.
Ahora, al caminar, necesitaba apoyarse en su vientre con una mano y en su cintura con la otra. Había aumentado de peso y su paso era lento; a pesar del maquillaje, la fatiga en sus ojos era innegable.
Al ver su abdomen tan prominente, parecía sentir lo difícil que debía ser para ella. Lamentablemente, no había aprendido nada y seguía culpándome de todo.
—Camila, ¿es que no tienes hombres que te quieran? ¿Por qué intentas seducir a mi pareja? ¡Estoy a punto de dar a luz! ¿Acaso quieres aprovechar la ocasión para entrometerte?
Esta vez había aprendido la táctica de Estela, hablando en voz alta en inglés.
Después de todo, había vivido en el extranjero, y aunque había regresado al país hace un año, su inglés seguía siendo fluido.
Los compañeros de clase comenzaron a acercarse. En cualquier parte del mundo, a la gente le gusta el espectáculo. Al ver que se acercaban, su voz se hizo aún más fuerte.
—En tu país