Parecía que Daniel y yo siempre terminábamos discutiendo cuando estábamos en casa. Durante esos tres años, él solía insultarme con las palabras más hirientes. Yo tampoco estaba dispuesta a doblegármele.
Yo no les tenía miedo. No recuerdo qué me dijo al final, solo sé que acabé desvaneciéndome. Mejor así, al menos no tendría que volver a verlo.
Al día siguiente, Sergio vino directamente a la oficina a disculparse. —Directora Álvarez, lo sucedido ayer de verdad me apena mucho, mis amigos se pasaron de copas y no quisieron ofenderla. Por favor, transmita también mis disculpas al señor Castillo, pues ayer parecía muy enojado.
Su actitud era humilde y se le notaba algo preocupado. Y con razón, pues la actitud agresiva de Daniel los había asustado. Daniel tenía mala fama por andar manteniendo a varias mujeres, pero ante todos, yo seguía siendo su esposa. Todos decían que me amaba profundamente, solo que me había herido tanto durante esos años que ahora estábamos a mano.
Sacudí la cabeza, dej