Una promesa no cumplida
—Demetrio Laurenti —dijo en recepción, sin mirar a la chica detrás.

Evangelina puso los ojos en blanco

«¿Por qué será tan jodidamente arrogante?» Pensó y Demetrio sonrió, parecía que podía leer sus pensamientos.

—Una al lado de la otra, como pidió señor —Evangelina se sorprendió al ver las llaves doradas en las manos de Demetrio.

«De nuevo ha pedido habitaciones, suites para él y para mí»

—Vamos —le indicó con la mano, y por alguna razón Eva, estaba nerviosa. Desde el día de ayer el italiano no había dejado de atenderla de la mejor manera posible y eso, sin duda, le tenía los pelos de punta a la secretaría.

—Descansa, vendré por ti en un rato —la dejó en la puerta de la habitación para él entrar a la de él.

Evangelina se queda maravillada, por el gusto de aquella suite. Tenía una regadera en todo el medio de la habitación; las paredes eran de cristal, pareciendo que el baño estuviera al aire libre; La cama era enorme con sábanas blancas y tenía múltiples muebles por todos lados, ademá
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