Sentado frente a su ventana, Arthur contemplaba con nostalgia el sol que ardía en el exterior, pensando en los últimos cinco años, en los que había pasado la mayor parte del tiempo solo en aquella habitación, a excepción de su madre, que a menudo entraba en la habitación para ver cómo estaba, ni siquiera los criados se atrevían a entrar.
Echaba de menos la relación que tenía con su hermano y sobre todo con ella. Suspiró al recordar todos los recuerdos que había tenido con Victoria. Podían pasar siglos, pero era inevitable olvidar; la pelirroja había formado parte de su pasado y tenía un lugar más que especial en su corazón para el resto de su vida.
Su sonrisa se tornó triste y llena de añoranza al recordar a su ex prometida y todos los momentos que habían pasado juntos hasta aquella fatídica tarde en la que ella le dio la espalda y jamás volvió ni envió palabra alguna.
- No puedo seguir más contigo... No puedo, Arthur, he llegado a mi límite. - Sus ojos vagaban por la habitación, evit