5.

Grandes cambios

Las semanas pasaron y muchas cosas cambiaron. Por un lado, el grupo de Johann recibió un importante premio, bastante significativo y fue genial, pensé que estaría más feliz por ello, pero no lo estaba, en absoluto, estaba completamente enojado porque estuviera permitiendo que Mateo viera a la niña. Entiendo que lo odiara, estaba en su derecho, pero no podía prohibirle a Mateo verla, tiene derecho a hacerlo y no puedo prohibírselo sólo porque Johann lo deteste. Esto ha sido todo un problema entre nosotros, no sé cómo hacer que se le pase el enojo por esto, no me gusta discutir con él, me causa mucho estrés y fue peor cuando se enteró del cambio de apellido, él quería que Helena tuviera el suyo. Se molestó tanto por eso que no me habló en un día entero.

Debo encontrar como manejar esta situación.

Por otro lado, Mateo había empezado a ver a la niña y como era de esperarse, el primer día no le habló mucho, Helena es muy hermética, no hay otra cosa que se pueda hacer, pero para mi sorpresa, los fines de semana siguientes en que vino a verla, le habló más y creo que se debía al hecho de que yo siempre le hablé a ella de él. Quería que supiera que sí tenía papá, le hablé de él, de cómo era, qué le gustaba, tal vez por eso permitió que él se le acercara y él, de inmediato, lo vi demasiado emocionado con ella. Venía todos los fines de semana sin falta y le compró muchas cosas, incluso varias que eran para una niña de menos edad, pero sé que él no tenía experiencia alguna con esto. Era nuevo en esto, no sé cómo no le aterró el tener una hija de un momento a otro, pero parecía feliz, de verdad y creo que eso se debía al hecho de que estaba solo, muy solo, pude percatarme de inmediato de eso al él venir cada fin de semana a verla el día entero y creo que si saliera con alguien, debería verla al menos los sábados, no lo sé, pero no parecía ser así porque siempre tenía que ser yo la que le dijera que ya debía irse y nunca quería hacerlo. Nunca me imaginé verlo de esta manera, tan feliz por ella y era de esperarse, él siempre me dijo que quería que tuviéramos varios hijos. Siempre soñó con la idea y ahora que estaba sucediendo, que fuese un hecho lo tenía realmente feliz. Por mi parte, creo que ya me había hecho la idea de que nunca la conocería, pero ahora que sucedía, se sentía tan extraño que no podía acostumbrarme a esto, a que, de una forma u otra, estuviera de nuevo en mi vida y no es como que esto vaya a cambiar, ahora sé que lo voy a ver por siempre, por Helena.

Hubo una tarde, cuando ya llevaba dos meses viéndola, en que me dijo que fuéramos a la playa. Aún ella no dormía en su casa, pensé que aún no era el momento, que debían conocerse más, pero después de ese día lo supe.

Fuimos hasta la playa puerto velero en el auto de Mateo. Llegamos, el día era muy bonito, hacía sol y afortunadamente no había tanta gente porque eso incomodaría a Helena. Nos sentamos en la arena, Mateo sacó unas cosas que compró porque le había prometido que armarían un castillo de arena “monumental”, eso lo quería ver, sé que él es pésimo con las manualidades.

Pasó el rato, jugamos un rato con ella o al menos los dejé hacerlo, me limité a observarlos, la forma en que hablaban. Helena le hablaba con total confianza, como si lo conociera de una vida entera… es por su forma de ser, lastimosamente debo aceptar que Mateo es una persona que se hace querer muy rápido, es imposible no hacerlo, yo más que nadie lo sabía y ahora los veía jugar, felices y lo supe, ya no debía estar con ellos, Mateo podría estar sólo con ella sin ningún inconveniente. Ya ella no sentiría nervios.

Al rato, terminaron de armarlo y Helena le tomó como veinte fotos al castillo con mi teléfono.

-Ayer aprendí una nueva palabra.-Dijo Helena.

-¿Cuál aprendiste?-Le preguntó Mateo.

-Amigos con beneficios.-Sentí que me atraganté con mi propia saliva.

-¿Quién te enseñó eso?-Pregunté.

-El tío Simón.

-Era tu tío Simón. Es hombre muerto.-Me quejé, siempre ella aprendía esas cosas por ese malnacido.

-Supongo él me odia ahora más que antes.-Comentó Mateo.

-No es el único que te odia.-Me miró confundido y de inmediato noté que no debí decir eso.

-¿Quién más me odia?

-Johann.

-Mmm, era de suponerse. -Me miró incómodo.-¿Cuándo regresará?

-En seis semanas.

-Si quieres puedo hablar con él, espero no estar causando problemas entre ustedes.

-Mejor no lo hagas, sería una pésima idea. Con su carácter, ni te dejaría hablar. Yo puedo lidiar con eso.

Más tarde, Mateo nos llevó de regreso a casa y se despidió. Llevé a Helena al baño, para que tomara una ducha y luego, la ayudé a vestirse y la acompañé hasta que se durmió. Luego, fui a la cocina. Organicé un poco, pero luego, escuché el sonido de mi teléfono. Era Johann.

-Hola, pensé que estarías durmiendo.-Le dije, por la diferencia de horario, allá debía ser de madrugada.

-Te escribí varias veces antes de irme a dormir, pero no me contestaste.

-Lo siento, no tenía mi teléfono encima.

-Mmm, no me digas que fuiste a la playa con ese imbécil, te advertí que no quería que lo hicieras.

-Hoy fue el último día, ya se conocen bien y creo que ya pueden pasar los fines de semana ellos solos.

-Ari, en verdad me haces enojar, del sólo pensar en que pasaste el día entero con él.

-Johann, vamos. No sucedió nada.

-Quisiera creerlo.

Siempre pensé que si Mateo en algún momento decidía aparecer, eso me causaría muchos problemas con Johann, porque sé que él es muy celoso, tal vez demasiado, incluso con mis amigos y sé que por eso insistió tanto en comprar esta casa en esta ubicación, porque era lejos de la casa de ellos y yo había averiguado una muy bonita cerca, pero no fue absolutamente para estar cerca de ellos, en parte quería eso, pero es que es un vecindario genial, no se puede negar y el parque le habría gustado muchísimo a Helena, pero ya nada se puede hacer.

Creo que eso es lo único malo de él, de resto, no tiene nada, pero nada mal. Es muy buena persona conmigo, con Helena y con mi familia. Sé que tiene un carácter fuerte y cuando se enoja, lo hace muy en serio, pero hasta ahora jamás ha sido así conmigo y sé que no sucederá.

A la mañana siguiente, vestí a Helena porque Mateo pasaría por ella, dijo que quería ir al centro comercial para comprar cosas para el cuarto de ella, uno que planeaba adecuar en su casa.

Llegó a eso de las 10:30am.

-Ari.-Sonrió cuando abrí la puerta. Entró y saludó a Helena, la cargó.-¿Ya estás lista?-Me preguntó.

-No iré con ustedes. Ya creo que puedes empezar a llevártela los fines de semana.

-¿De verdad?-Su sonrisa se esfumó.-No me malinterpretes, sí lo quiero, pero… me había acostumbrado un poco a verte.

-Es mejor mantener la distancia, quiero evitar problemas.

-Sí, claro, tienes razón. Discúlpame.-Respondió avergonzado.-Entonces… la traeré en la noche.

-Está bien.-Besé la mejilla de Helena y los vi alejarse.

Por algún motivo, esto se sentía tan extraño.

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