CAPÍTULO 32
— Lo siento, cariño, estoy tan cansado que no creo que pueda levantarme… ¿Por qué no sales y lo recoges tú? —dice, divertido.
— Mi toalla es tan corta… maldición… no quiero… está bien. —murmuro para mí misma. Intento estirar mi toalla, que apenas cubre mi trasero, y la bajo hasta una longitud más apropiada, mientras me aprieto los brazos contra el pecho. Este chico me va a matar.
Salgo de detrás de la puerta y me acerco a la silla al borde de la cama donde Beck ha dejado un conjunto de ropa para mí. Los ojos de Beck no me pierden de vista, recorriéndome de arriba abajo, con hambre. Sus ojos se vuelven negros de deseo y deja escapar un gruñido bajo. Me estremezco y me agacho para tomar la ropa. Me enderezo y me dirijo al baño para cambiarme, pero me detengo cuando un brazo rodea mi cintura y escucho una voz ronca en mi oído.
— Vaya, eso fue un espectáculo, no puedo esperar a verlo otra vez. —susurra, besando mi hombro desnudo, antes de apartarse. Me estremezco de nuevo y me