La luz se escabullo por las cortinas blancas de la ventana de su habitación. Kenneth la beso en el arco del cuello, en un punto que no sabía que sería la causa de que se le escapara un ronroneo, Susie se recargo en el espacio libre que formaba el cuello de Kenneth, estaba desnuda sobre su regazo, solo la tela roja del vestido había creado un remolino de tela revuelta sobre su bajo vientre, pero aquí estaba desnuda, sonrojada siendo saboreada por ese hombre y ella se había dejado gustosa. No sabía nada más que de lo bien que se sentía en ese momento, ni que su espalda le ardería en la mañana porque Kenneth la había rasguñado con sus uñas, tenía la piel sensible, rosada y los huesos se le chamuscaban por dentro, se sentía tan liviana en los brazos fuertes que la sostenían, la piel blanca cremosa le quemaba y le ardió por dentro y por fuera de una manera que se sintió que se iba. El fuego de su sangre se implementó más de tal manera que sintió su sangre hervir. El hombre que la besaba
Ya no pensaría en el pasado, en Charles o en Virginia, solo mirar el pasado la hacía sentirse intranquila, y lo que menos necesitaba en esos momentos era no sentirse segura, volver a casa era una meta, una que pensaba realizar, pero hasta que no pudiera tener indicios de regresas con su familia, no se martillearía y echaría sal a la llaga. Y es que Susie se iba hacer a la idea, de que mientras Kenneth más enamorado estuviera de ella más permisivo seria. Y eso esperaba porque no quería simplemente caer en las garras del lobo para no salir viva, si iba hacer el cordero para el matadero al menos esperaba tener la cabeza limpia de sangre. Siguió a Mireth por los pasillos continuos y bajaron por la escalera, las chimeneas de la casa estaban encendidas y los sirvientes traían abrigos afelpados de lana, no sentía frio en esos momentos, pero tal vez ellos que se la pasaban saliendo y entrando de la villa trayendo cosas podía enférmalos si cambiaban bruscamente de temperatura. Esperaba que má
—Buenos días florecita—la saludo divertido mientras le daba otro beso, Susie dio un suspiro cuando sintió sus labios en la comisura de su boca y no puedo evitarlo cerro los parpados para disfrutar el momento. Kenneth le dio otro beso, uno intenso que coloco sus manos sobre su rostro para poderla tomar. Si así se despertara de ahora en adelante estaba dispuesta a vivir de esta manera toda su vida. —Buenos días—pronuncio Susie bajito. Estaba tan ensimismada que podía refugiarse en sus brazos a partir de ahora y no soltarlo. Kenneth le dio una sonrisa para luego mirar a Mireth y saludarla con la cabeza. La mujer simplemente se encogió de hombros para sonreír con sus perfectos dientes blancos. —¿Cómo estuvo el día? Creí que llegarías a la hora de la comida, no tan temprano, ¿hubo un problema? —inquirió Mireth mientras se ponía de pie y se alisaba la falda del vestido—. ¿Y Gabriel? —En el campamento, lo deje a cargo el día de hoy, simplemente quería pasar el tiempo con Suzanne antes de
Tomates, cosechar tomates en el frio hacia que las manos se le entumecieran debajo de los guantes. Susie había ayudado a cosechar tomates en los jardines después de que Kenneth muy amablemente la dejo con las piernas descubiertas en la mesa. ¿Qué le pasaba a ese imbécil?, acaso no podía simplemente ser un chaval normal diciéndole que quería sexo, no era necesario que fuera a ella, luego la besase, la tocase para simplemente dejarla ahí con las ganas. Eso no era de caballeros. Se removió el mechón de cabello de la frente con la mano y recolecto los tomates de las canastas de paja. Higor jugaba con los niños del servicio de la mansión y debes en cuando aullaba como un perro para hacer reír a todos. De verdad que era como un niño pequeño, que solo causaba ternura, era una persona tan inocente, sin saber absolutamente nada sobre la vida. A Susie le causo pena, no porque no lo considerará de la misma manera. Simplemente le dio pena el saber que Higor podía en cierto momento perder esa ino
Kenneth tiro los papeles al escritorio y se restregó la cara con las dos manos en el momento exacto de poner los codos en el escritorio. Había tanto trabajo pendiente y Suzanne estaba enferma postrada en una cama con la fiebre más alta que había visto desde la peste de magia.No tenía mucho que acaba de salir de la habitación de ella junto con el médico y que este mismo le dijese que la temperatura y los cambios drásticos vividos recientemente la había afectado, mental, emocional y físicamente.¿En qué pensaba?, Suzanne era una simple chiquilla, no tenía más de 19 años recién cumplidos. Era despiadada, terca y demasiado temperamental.Y sobre todo la había tratado mal, pero no era porque Kenneth quisiera ser un imbécil con ella, no la odiaba ni tampoco la amaba, pero le tenía aprecio. A veces se volvía loco porque era una Ninfa revoloteando por todos lados como si no fuera consciente de los efectos que tenía con ella y otras era una simple chiquilla berrinchuda y caprichosa.Kenneth
Susie una mujer de 19 años vive en Virginia en 1945. Ella se ve envuelta en una travesía en otro mundo, cuando por los laberintos del patio encuentra una puerta escondida y se queda atrapada en un mundo nuevo, llamado el imperio de las magnolias, dividido en dos tierras llamadas Maia y Calanthe. Ella en busca de respuestas encuentra unas chozas en medio de los árboles y el hombre que le da refugio la vende en el mercado a la tripulación del joven capitán Kenneth, se encuentra en medio del mar en aventuras y nuevos descubrimientos en la trama. Como las leyendas del imperio y los elegidos en la corona para poseer dones otorgados por los protectores. LEYENDA Las leyendas son persecuciones ocultas que uno piensa que son cuentos infantiles, simples historias narradas por hombres, historias sin ningún sentido más que asustar al prójimo. El imperio se destrozó en el momento de la nada, sin luz y sin esperanza, sin rasgo de orden. Los Protectores, seres especiales bajaron del cielo para ge
Las hojas crujieron bajo sus pasos; el bosque estaba negro, en sombras y a borbotones de hierba negra. La mano le zumbaba, le palpitaba la carne, le penetraba la piel. Kenneth vio su espada llena de sangre y miró hacia a la oscuridad del bosque, solo negro. El bosque tembloroso le hacía honor a su nombre, simplemente escondiendo la oscuridad.Pasó la yema de los dedos por la filosa espada y quitó los restos de sangre, dejando la hoja manchada. Cuando llegase a casa la limpiaría, la puliría y la afilaría a tal punto de que cuando la tocara el solo toque de los dedos le cortara.Otra pulsación. Kenneth miró al cielo; nada, solo la noche estrellada se veía. Su hermana no había ido a visitarlo este año, pero tampoco era que lo esperaba, Lyra tenía cosas más importantes que hacer al otro lado del mar, conectarse con el cielo y comunicarse con las estrellas, pero no con él.Kenneth caminó por el bosque; oscuro por la noche, las sombras estaban invadiendo las tierras, las tierras que él prot
Susie miro por la ventana del vehículo en movimiento; viendo el paisaje del cual era cómplice: césped verde, casas pintadas de blanco, buzones de lata y niños jugando en bicicleta. Miro por el vidrio de la ventana que estaba ligeramente abierto, lo suficiente para que entrara el aire, pero no tanto para no despeinarla. Estaban en camino ella y su madre rumbo a la casa o mejor dicho a la mansión de los Smith. Eran una familia acaudalada estadounidense, importante; el señor y patriarca Henry Smith era un almirante y funcionario de guerra y nada más ni menos que uno de los mejores amigos de su padre el coronel Christopher Fisherghart otro hombre de guerra. Susie se había preparado esa misma mañana cuando su madre días anteriores le había dado la noticia del triunfo de la guerra, cuando Estados Unidos venció al imperio Japones en el pacífico. Para Susie había significado muchas cosas esa victoria y una de ellas era volver a casa, a Cambridge, a Inglaterra. 2 de septiembre de 1945 sería