Capitulo 11. Kenneth y el Capitán.

El camarote que le habían indicado como suyo era pequeño, como un pequeño saloncito de visita donde apenas caben seis personas sentadas cómodamente. Había una cama pequeña con sabanas de seda, y almohadas acolchonadas con plumas de ganso, había una pequeña mesita donde se encontraban tinteros y hojas blancas con bordes amarillentos, también velas con olor a vainilla y ligero olor a canela, había pinturas por los bordes de las columnas y vigas de madera, flores, o más bien magnolias que se entrelazaban en colores dorados y plata. Si estuviera en Virginia tendría la seguridad de decir que eran falsas, pintura dorada cubriendo una madera tallada, pero ver los cristales de los vitrales de la puerta, la madera de cedro barnizada, limpio, pulcro y costoso decía que eso era más bien oro puro que pintura barata.

Que diferencia era esto a su simple habitación color crema donde tenía un armario y un tocador para ella misma y aunque su cama era cómoda, no se comparaba con lo esponjosa que era e
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