Narrado por Aiden
El aire en Silver Creek estaba cargado de una tensión que no podía ignorar. No era solo el olor persistente de magia oscura, como un zumbido bajo la piel; era algo más. Algo que anunciaba que la calma, si alguna vez la hubo, estaba a punto de romperse.
Me encontraba en la cabaña central de la manada, un mapa desplegado sobre la mesa mientras Marcus, Caleb y otros miembros clave discutían estrategias para los días venideros. Las marcas rojas que indicaban los lugares de los últimos ataques de Derek y la bruja parecían pequeñas heridas en el papel, pero en mi mente, eran recordatorios de nuestras pérdidas.
—No podemos seguir jugando a la defensiva, Aiden —dijo Marcus, su voz firme, pero sin rastro de desafío. Era mi beta, pero también mi amigo más cercano, y su lealtad siempre venía acompañada de verdades incómodas.
—Lo sé —respondí, pasando una mano por mi cabello, agotado—. Pero si hacemos un movimiento apresurado, estamos abriendo la puerta para que nos destruyan. N