Adrick sentía que había pasado una eternidad atrapado en el tráfico, ya había salido del estancamiento y estaba cerca de la mansión
—¿Podría apurarse? —le preguntó a la conductora tratando de sonar amable
—No. No puedo —contestó ella con un tono borde
—¡Joder! —gritó Adrick con una voz gutural. Le propinó dos golpes cargados de ira a la puerta.
La mujer detuvo el auto y bajó de él enfurecida. Adrick la miraba confundido por la ventanilla. Ella abrió la puerta
—Salga del auto ahora mismo —le gritó la mujer de voz ronca
Adrick maldijo y bajó del auto. La mujer cerró la puerta y volvió al volante. El auto amarillo se alejó lentamente de él dejándolo en una carretera solitaria y cubierta de nieve
No le quedó otra opción más que caminar. Pasaban algunos autos y Adrick sacaba la mano para pedir aventón. No hacía algo así desde que estaba en la universidad. Le pareció gracioso.
Cuando logró llegar a la mansión se tumbó en