MAYLA
Heidi había llamado a Marcus justo después de acostarnos, y él contestó mientras seguía desnudo, dándome una buena vista mientras se paseaba arriba y abajo por la habitación. Intenté escuchar lo que decía, pero no pude entender mucho. Hablaba en voz baja, para mi consternación.
Era la mañana siguiente y Marcus se preparaba para quitarse las cadenas. Yo también lo estaba deseando. Significaba que podría cambiar y su lobo por fin podría liberar algo de vapor. Era una de las razones por las que Marcus había estado tan tenso últimamente.
Aunque no podía culparle por ello. Estaba acostumbrado a cambiar y poder correr a donde fuera necesario. Yo, por otro lado, estaba bastante acostumbrada a tener a mi lobo sentado en el fondo de la mente y observando mi vida a través de mis ojos. Ella no trató de abrirse paso, permitiéndome tener el control total de mi cuerpo todo el tiempo. Parecía que no le molestaba salir a correr o jugar a pelearse con los otros lobos.
Sabía que, en el fondo, Mar