— Quería saber a qué horas nos iremos — Ónix se pasa la mano por el cabello y de inmediato mi cuerpo se tensa, espero que no vaya a comenzar de nuevo con la estupidez de que no puedo ir a la cueva prohibida.
— En dos horas, podrás comer algo y creo que deberías hacer una siesta. Así estarás más descansada — Me dice y de inmediato se pone una camisa a rayas azul clara.
— Pensé que ibas a ducharte — Doy algunos pasos y me acerco a él como si fuese la polilla atraída por la luz.
— No, yo… tengo algunas cosas que hacer — Me dice y se mueve hacia la salida.
— Ónix, deberías descansar, al menos un poco — Me muerdo el labio y él observa mi movimiento con detenimiento y luego traga con fuerza — O lo que sucede es que vas a ir a verte con tu