Me dejo llevar por Ónix y lo observo mientras dispone una gruesa manta dorada sobre el suelo de hierba y toma mi mano y empieza a hablar de una manera incomprensible con la mirada fija en la luna.
Siento con intensidad su olor y cada roce de sus dedos en mi cuerpo, como si me estuviese marcando con fuego.
— ¿Qué has dicho? — Pregunto intrigada, mientras Ónix continúa observando a la luna, tomado de mi mano.
— Le pido a la luna que sea el testigo de nuestro enlace y que sea quien marque esta unión — Aprieta mi mano y me mira guiñándome un ojo.
— ¿Qué marque nuestra unión? — Espero que no vaya a decirme que debemos hacer un pacto de sangre o algo así.
—Ya lo verás — Vuelve a retomar su expresión de seriedad.
Sé que está preocupado por la posibilidad de que esto no funcione y por tener que controlarse y no cambiar de forma.
Ónix me lleva hasta el centro d