Celeste
El dolor que siento es como si mis huesos lucharan por salirse, por librarse de mi cuerpo, rompiendo todo a su alrededor. Mi rey gritaba mi nombre y escuché su aullido desgarrador. Estaba en una batalla, no sabía si íbamos ganando… y de pronto estaba en un lugar oscuro y sombrío, encerrada en una jaula como si fuese un animal.
—No… no puede ser
Una figura se acerca a mí. No tuve ni siquiera que preguntar quién era; podía sentir su odio y su maldad en cada poro de mi piel.
—La persona más amada… ¿Quién lo diría? El lobo se enamoró de una hechicera… justamente la que yo deseaba tener en mis manos. Y aquí estás —susurró Valerius, mirándome con satisfacción. Miro a todos lados, como si de pronto fuera a aparecer Alaric. Lo extrañaba tanto que me dolía casi tanto como la misma pulsera.
—Pequeña mentirosa… Decías que no tenías poderes y aquí estás. ¡Pudiste habernos ahorrado mucho tiempo! ¡Podías haber sido entregada a Su Excelencia hace rato! —gritó mi tío, el Alfa. Había pasado t