—Veo que no tienes vergüenza —soltó Lirio en medio del incómodo silencio que envolvía el comedor—. ¿Lo haces a propósito?.
La mirada aburrida de Atenea se concentró en la castaña, quien le sonreía sin un ápice de emoción; más bien, se veía molesta, deseando provocarla de alguna manera.
—¿Hacer qué?