Capítulo 58

Los dos cómplices se miraron intensamente, con cosas que decirse, cosas que pesaban en sus corazones. Emma, intrépida como era, rompió la hipocresía que los mantenía cautivos.

– Gracias William, gracias por cuidarme siempre. Tus palabras siempre me conmueven profundamente, dijo.

El joven artista tosió levemente y a su vez expresó su agradecimiento a su interlocutor.

– Después de todo, los buenos modales no son sólo para los animales, sino para personas como tú.

– ¡Gracias William! ¡Eres un amigo que aprecio enormemente!

- GRACIAS ! Él respondió.

Emma volvió a sentarse en su silla y continuó.

– Dime, Will, y sobre todo, perdóname por utilizar este diminutivo para tu nombre.

—Oh, no tienes que disculparte, querida, porque aprecio ese diminutivo.

- GRACIAS ! Entonces dime ¿tienes hermanos o hermanas?

– No tengo hermanos, pero tengo una hermana.

- ¡Genial! ¿Cómo se llama ella?

– Teodora.

– ¡Oh, qué nombre más bonito!

- GRACIAS !

– Y dime ¿dónde vive? ¿En Italia con tu madre?

– No, ella vi
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